CONCEPCIÓN DE LA FORMACIÓN PROFESIONAL: FORMACIÓN DE

DESTREZAS Y FORMACIÓN PARA LA CREACIÓN Y

CONSTRUCCIÓN DE CONOCIMIENTOS

Arnaldo Esté TEBAS. UCV

1994.


La formación profesional no puede concebirse separadamente de la formación integral. De esta manera, hay que pensarla como parte de la necesaria transformación de que debe ser objeto todo el sistema educativo.

Los saberes y destrezas necesarios para el ejercicio de una actividad productiva en lo económico o cultural no pueden separarse de las calidades morales y del vigor subjetivo de la persona.

La dignidad del trabajador y la labor que realiza es condición primordial para el ejercicio de una actividad que sea altamente productiva y creativa.

La descomposición social de individuos y comunidades es un gran inconveniente.

Las graves carencias en los líderes políticos, gremiales y empresariales.

Tres conjuntos de problemas:

Los de la pertinencia. Los del aprendizaje. La democratización.

Los problemas de la pertinencia

Se refieren a la relación que hay entre lo que se hace en las aulas y talleres de aprendizaje y lo que se necesita en la producción económica y cultural, en el cuadro de las condiciones específicas de nuestro país.

Es un problema que atiende a la continuidad que deba haber entre el discurso, actividades y recursos que se den en el ambiente de aprendizaje y la producción en ambientes profesionales.

Se verifican en:

La selección de contenidos, destrezas, habilidades a construir: programa de trabajo y estudios.

El carácter profesional y actual de los equipos, herramientas e instrumentos.

Breve consideración acerca de la situación ética de ese aparato productivo.

Es un "aparato" inconsistente, de crecimiento aluvional, no natural que ha seguido un curso marcado por grandes presiones:

a. El desarrollismo forzado por la presión paternalista del Estado. Este ha respondido a planes muchas veces faraónicos de una racionalidad académica, o de una condición subalterna que lleva a imitar ciegamente los cursos de los países industrializados sin considerar las severas diferencias históricas, culturales y ecológicas que hay con ellos.

b. La correspondiente presión de los grandes consorcios financieros y mercantiles que obligan cursos, planes, diseños y adquisiciones convenientes a sus intereses.

c. El beneficio inmediato del juego financiero y mercantil especulativo que ha encontrado apoyo en las grandes posibilidades importadoras dadas por las divisas mineras -y ahora por los narco-dólares-. Las vías económicas informales, la buhonería de calle y de salón, parece ser la característica más brillante del mercado venezolano y se presenta como la actividad más floreciente en la crisis general. Un juego que llena el escenario macroeconómico con cifras bufas de crecimiento que no expresan los procesos de una producción real y consistente, sustentada por la participación activa -en producción, consumo y disfrute- de la mayoría de la población.

d. El grueso desbalance económico causado por ingresos mineros que no corresponden a un igual esfuerzo productivo. La renta de ese origen deforma los cursos distributivos colocando en el Estado grandes recursos y el poder consiguiente.

Clientelismo y paternalismo, corruptelas y caminos fáciles signan el juego de relaciones entre la sociedad y el estado.

Ese desbalance económico se ha transmitido y se trasmite cada vez más rápidamente del estado a núcleos privados, de gran poder monopólico y catalizador, sustituyendo la corruptela clientelar y populista, por la corrupción sustancial de la moral especulativa y competidora, lejana a la solidaridad humana y al bien social.

Este desbalance se refleja, entre otras cosas, en un costoso e ineficaz crecimiento del llamado sector terciario o de servicios de la actividad económica, donde no sólo se cobija la distribución de bienes sino toda la actividad llamada, superficialmente, por lo poco que se sabe de ella, informal.

La formación profesional no se puede comprender en abstracción de las anteriores condiciones. Apartando las motivaciones vocacionales, frecuentemente oscurecidas por el ambiente cultural, las posibilidades de estudio y las condiciones de la escolaridad, las características del mercado laboral tienen una gran influencia en la escogencia de los estudios profesionales por parte de los jóvenes.

La tendencia de Servicio.

Los estudios en humanidades y ciencias básicas (biología matemática, química, filosofía, etc.) en las universidades, vías principales hacia la investigación y la creación del saber, sólo atraen a una cifra inferior al 7% del total de estudiantes de educación superior.

No tenemos cifras actualizadas ni mucho menos el seguimiento riguroso de la matrícula del INCE, pero desde 1966 en adelante –no sabemos si antes- era notoria la tendencia al incremento en los cursos de formación comercial y de servicios y el descenso en los recursos y participantes en formación industrial y artesanal. Mucho nos alegraría que esa tendencia se hubiese revertido. En entrevistas personales más recientes con docentes del Instituto nos han confesado que algunos cursos de formación industrial tienen que suspenderlos por el bajo número de inscritos que logran.

No es difícil percibir una clara relación entre las características del aparato productivo y esa tendencia de servicios en la educación y formación profesional.

Una observación fundamental que se desprende de estas características señaladas al aparato productivo, es que una educación pertinente, que tome en cuenta estas características debe suponer los saberes y aprendizajes necesarios para transformar lo poco que existe y, principalmente, promover lo que no existe es decir:

Un profesional con capacidad para la empresa, la creación y la actividad productiva.

II. Los problemas de aprendizaje.

Se refiere a las maneras, recursos y procesos por los cuales el estudiante se hace capaz para la realización de ciertas tareas, a la solución de los problemas que se le aparecen cuando realiza esas tareas y a la creación de nuevas tareas, instrumentos o problemas.

No tenemos conocimiento de algún material teórico o estudio cuidadoso acerca de las peculiaridades pedagógicas de la formación profesional. En todo caso, para los criterios que hemos asumido y que hemos expuesto en otras ocasiones, la formación profesional aparece como una tarea más concreta y sencilla que la formación general, integral que debe tener toda persona.

Más sencilla no por su simplicidad sino porque el propósito específico de la formación la presenta naturalmente vinculada a procesos de elaboración constructiva, con las manos sobre el trabajo, sobre el objeto.

La interacción constructiva.

En otros artículos nos hemos referido a este concepto de interacción constructiva, tratando de explicar la idea de que el saber y las destrezas no se dotan sino que son comprensiones construidas por el sujeto en su relación con las cosas y con las otras personas.

Habitualmente esa relación con las cosas y con las otras personas es sustituida por un discurso acerca de las cosas y los pensares de otras personas que toma la forma de lección.

La lección es un montaje discursivo acerca de lo que debe hacerse, que tiene la fatal "virtud" de esconder el hacer y la cosa misma.

En las oportunidades, en las que hemos presenciado clases en formación para el trabajo y cursos profesionales en diferentes niveles, los hemos encontrado como fatídicas lecciones. Largas horas se pierden contando la historia y aventuras de la cosa, postergando o evitando la relación del estudiante con la cosa y sus problemas.

En la formación profesional esa interacción con las herramientas, procesos, ambientes reales y motivadores es ineludible.

El ambiente de la fábrica para esa formación es muy deseable, pero con la condición imprescindible de que el aprendiz tenga en ella un gran respeto y reciba una formación complementaria que le permita acceder a la comprensión de todo el proceso productivo en el cual está implicado y los saberes necesarios para la promoción de empresas y producciones.

Los contenidos necesarios.

No tenemos estudios serios acerca de la estructura real del aparato productivo venezolano. No sabemos en realidad como se producen todas las cosas y cual es el curso que siguen. La información abunda en relación a la grande y mediana industria, pero sabemos que ella es sólo una pequeña parte del total.

Algunas cifras de la OCI nos hablan de un 40% de la fuerza laboral empleada informalmente y otra cifra de un 78% de desempleo. Del 60% empleado, mucho más de la mitad está en servicios.

Tenemos la idea de que el egresado -y mucho más el simple cursante- de estudios generales o profesionales es un mensaje sin destino. Los estudios del CENDES acerca de la devaluación de las credenciales parecen demostrarlo.

En este sentido, es necesario investigar problemas como los siguientes:

1. Requerimientos de los centros de producción y lo que se puede proponer en aulas.

2. Condiciones de los posibles estudios in situ. La institución del aprendizaje.

3. La necesidad de formar para la organización de artesanías y pequeñas empresas. Formación integral del empresario-obre¬ro. El reconocimiento y formalización de la pequeña buho¬nería como una micro-empresa que debe enlazarse con la producción.

4. El papel de la gran empresa en la construcción del país, sus ventajas y problemas.

III. La democratización de las tecnologías.

Esta expresión tiene un uso creciente para referirse al rescate y divulgación de diversas formas de producción y resolución de problemas que no requieren el capital y la impedimenta de la industria formal, pudiendo estar al alcance de individuos comunidades o vecindades.

El desarrollismo industrial supone permanente y creciente dependencia de los grandes países industriales en mercado, tecnología y cultura, en un cuadro muy complejo que no parece claramente resuelto en ningún país.

Formas de producción, basadas en el empleo de tecnologías de acceso inmediato pueden significar ahorro y dignidad.

Ahorro personal y nacional, en la medida en la que los bienes producidos por las familias y comunidades se agregan -y pueden serlo en volúmenes sustanciales- al producto interno bruto.

Dignidad, en la medida en la que, quien produce en su propio ambiente y autonomía, tiene la fortaleza del que se encuentra reflejado en su propio producto inmediato.

La introducción de esas tecnologías en el curriculum escolar, en áreas como la "formación para el trabajo", no sólo permite ese enriquecimiento, sino que es una importante introducción a la adquisición de saberes y destrezas profesionales vinculadas a los requerimientos de la industria formal.


COPRE, Reforma educativa Prioridad Nacional, compilación Elena Estaba, CARACAS, 1994.