BUSH DESDE BUENOS AIRES

Arnaldo Esté

tebasucv@cantv.net

Buenos Aires, 1 de Julio de 2005


Están remendando las aceras de la calle Corrientes y el País se siente que vuelve a arrancar.

Es cordialidad. Cada pregunta en la calle suscita un coloquio de respuestas en el que la amabilidad compite. Lo social latino aquí se hace mil cafés, confiterías, peñas, restaurantes, librerías... ¡qué sé yo! La vida es un encuentro: recordar, quejarse, hacer del dolor proyecto. Supongo que después de tanto leer y ver el fútbol será imprescindible recontar, interpretar, analizar, cuentear y, de esa práctica y metodología, se saltará a la política.

Qué de cosas hay en estas cuadriculadas calles donde es imposible perderse como no sea atrapado en una de estas vidrieras de añoranzas y recursos. Caras que dan consejos y se anticipan a las preguntas por pronunciar. Abundante ciudad en la que la magnitud de gente y su extensión, no acorrala lo humano. Aquí la occidentalización entró desde Europa mientras a Caracas le entró desde Nueva York. Aquí fue lenta y ganadera, en mi ciudad ha sido petrolera y atragantada. Pero la condición sudaca despierta con fuerza y Chávez es leído en clave de Evita.

El semanario satírico BARCELONA –que propone “una solución europea para los problemas de los argentinos”– se burla en primera página (3 de junio, No. 60): “Kirchner: “Hay que abandonar la hipocresía y empezar con la demagogia”. Cosechan, de todas las maneras posibles, el descrédito de los políticos.

Oigo el discurso del presidente Bush como arenga para un ejército en retirada. Las entrelineas descubren un callejón. Como otras veces le ha ocurrido, a la dirigencia estadounidense se la destapa especializada en callejones sin salida. Y se encuentra esa apasionante intriga que me amarrará a las noticias: ¿Cómo carrizo saldrán de allí?

En al diario La Nación de hoy (1º. de julio), una columna de Mario del Carril enviada desde Washington, reseña un libro del coronel conservador Andrew J. Bacevich El Nuevo militarismo norteamericano: como los norteamericanos son seducidos por la guerra, Oxford Univ. Press, 2005). Caracterizando la nueva guerra como guerra digital, sin héroes y a través de pantallas (y pantalleros, diría yo), el libro relata deserciones y desmoralización en los soldados y la reincidencia en el método que fracasó en Vietnam con eso de “iraquizar” el conflicto. Es decir, conformar un ejército títere con un gobierno títere que lleve a los iraquíes –como ya está ocurriendo– a matarse entre ellos mismos.

Es difícil entenderlo, y más difícil cuando se tiene poder y pretensiones coloniales y civilizadoras. Las naciones y, más aun, los pueblos con largas historias y profundas culturas, tienen sus propios procesos. Valores que los convocan y cohesionan, que expresan su religiosidad y sentido. Con buenas o malas intenciones es difícil intervenir allí, mucho más cuando la intervención esta alumbrada por el interés petrolero y corporativo, en el marco del conflicto palestino y la larga historia de cruzadas.

Me preocupa, por demás, esta situación de Bush. Se me asoma en vísperas de la desesperación y con nerviosos dedos pulsadores de teclados que mueven máquinas y mentes acosadas.

Ojalá las Corporaciones se den cuenta que en Bush tienen a un mal gerente.