INDECISIÓN O EMPATE:

HAY QUE OBSERVAR EL REFERENDO

Arnaldo Esté

tebasucv@cantv.net

08 de Julio de 200


Hay que diferenciar indecisión de insatisfacción. En mi caso, debo confesar, la cosa es grave, ya que no se trata de indecisión sino de insatisfacción: no me satisfacen las ofertas que existen. Las de la oposición por su profundo sabor a pasado, las del gobierno por su agotable sabor a presente, para decir ambas cosas muy metafóricamente. Creo que es necesario construir al país en consecuencia con lo que todos somos, sin predicamentos conclusivos ni sesgados para favorecer antiguos o nuevos privilegios.

País minero que hemos sido, no se ha planteado la demanda de un proyecto propio que vaya más allá de la provisionalidad extractiva. Con la actitud muy generalizada de tratar de agarrar lo más que se pueda con manos siempre ávidas y dedos prestos, en compadrazgos y complicidades, para llegar tarde e irse temprano, para culpar a otro y no asumir su resto.

Así que el primer problema es ético, no tanto como moral de los comportamientos sino como calidad de sujetos y colectividades. Como percepción de la capacidad de sí, de cada cual, para emprender y construir. De cohesionarse como convergencia de diversidades, donde la distinción de uno no elude la necesidad que se tiene del otro.

Y desde esas calidades meterse a construir este país, sin resumirse en recetas fáciles ni caminos cortos obligados por proximidades electorales. Sin cobijarse en gerencialismos estándar, en la tradición de los infértiles determinismos que, con frecuencia, ocultaron tanto la voracidad transnacional como las apetencias de imperios extintos o vigentes.

Y siendo así el primer problema, la vieja lección del propio ejemplo sigue siendo válida. ¿Quién de los postulantes o ahora gobernantes se nos puede proponer de esa manera? ¿Cuál de las élites tradicionales puede mostrar camino?

Por eso no estamos entre los pescables y no es cuestión de indecisión, es de exigencia.

Pero lo más inmediato es de otro montaje. Se viene encima el referendo y las encuestas y los presentimientos muestran curvas con vocación de cruce. O sea: empate. Y empate puede ser trifulca o algo peor. Por tanto se impone lo que la voz creciente de los pacificadores y negociadores reclama:

    1. Que se reconozca claramente la disposición a reconocer los resultados, sean cuales fueren, (cosa que la oposición no ha hecho).

    2. Que se comprometan los bandos a no tomar venganzas, ni ejercer retaliaciones (cosa que el gobierno ha hecho contra sus empleados firmantes).

Este camino de paz se vuelve ahora el más tentador, y quien lo ofrezca estará más cerca de la imagen del constructor que requerimos. Que no nos llame a esperar promesas sino a trabajar con esfuerzos compartidos, porque la ética del trabajo siempre reclama que el vecino también trabaje. Nos hemos vuelto más exigentes, estamos aprendiendo a organizarnos y la independencia ha crecido. Hay voces nuevas que se separan de la tradición comunicadora y de los ángeles salvadores.

En estas condiciones la presencia de observadores internacionales autorizados se hace imprescindibles. Tanto para favorecer la paz como para dar fe del logro que para la democracia son los referendos. Independientemente de las precisiones que se puedan establecer para garantizar la calidad de la observación, hay que agradecer que ellas ocurran.