INMIGRACIÓN, EMIGRACIÓN, DIVERSIDAD

Arnaldo Esté

tebasucv@cantv.net

Madrid, 18 de febrero de 2005


Se debe concebir la migración como un derecho humano. Siempre ha existido el desplazamiento de la gente de un territorio a otro y, consiguientemente a ese desplazamiento, la mezcla, el mestizaje, la reunión biológica y cultural. Un permanente juego de fugas y encuentros donde la identidad lograda por la persona o grupo que se desplaza, y que es relativa al tiempo e intensidad de su propia estabilidad, se ve confrontada con la del grupo a donde arriba.

El cuento de las gentes repite migraciones acompañadas de violencia, dominaciones, esclavitudes, genocidios.

Hoy encontramos a Europa en un proceso de integración y reconstrucción. Madrid y Londres, para mencionar dos ciudades, hierven en edificaciones, en trabajos intensos donde el inmigrante es abundante, por no decir mayoritario. Latinoamericanos participan produciendo riqueza y, a la vez, tomando y dejando culturas. Pero como ha ocurrido tantas veces no es difícil encontrar rechazos e insurgentes xenofobias. Para mencionar algo, en la televisión del metro madrileño observe la repetición insistente de un mensaje que, sin mayor comentario, pero con evidente insidia, ponía: un 8% de la población de España es inmigrante.

No puedo decir que eso exprese un sentimiento generalizado y, por lo contrario he sentido tanto en Londres como en Madrid la intención de los gobiernos de lidiar humana y económicamente con el asunto. Económicamente, digo porque hay la conciencia de que sin el trabajo de los inmigrantes sus economías se verían en graves problemas y tal vez no podrían hablar de auge y crecimiento.

Pero además es fácil observar la presencia de retornos culturales sudacas en el flamenco, en el teatro, en la televisión. Los efectos de lo que definitivamente es la renovación, la recuperación del movimiento y la génesis dinámica gracias a lo que podría llamarse, repitiendo ideas viejas, inyección de sangre nueva.

Percibir la diversidad como la principal condición de la riqueza humana es cosa naciente. Las culturas que conozco abonan y cultivan una fuerte territorialidad física y espiritual, y se crece aferrado al lindero. Una inseguridad que con rapidez deviene en agresión contra el otro. Comprender la diversidad y transformarla en valor, en referente constitutivo, es tomarle gusto a la negociación. A comprender que entre uno y otro hay siempre un área común, un área de negociación que hay que usar y buscar ampliar sin que eso suponga la extinción de la propia identidad o condición sino que, por lo contrario, ella se profundiza y mejora con lo que se obtiene de esos contactos, relaciones y aportes.

Venezuela ha sido, mayormente, país de inmigración. Son relativamente pocos los venezolanos emigrantes aun cuando la polarización política sesgó la información de su número. Parece que a los venezolanos, a pesar de todos los problemas y trifulcas por las que hemos pasado, nos sigue gustando mucho nuestro tropical desorden y nuestros profundos sabores. Salen, prueban y regresan.