SOBREVIVIRÁN LOS QUE COMPRENDAN

EL ARTE DE NEGOCIAR

Arnaldo Esté

tebasucv@cantv.net

19 de agosto de 2004


Hemos vivido días apasionantes. Gente expresando con alegría y respeto al vecino, en el generoso alcance de sus fuerzas y posibilidades, la esperanza y necesidad de resolver problemas, de comunicarse y participar con los instrumentos que se le han puesto a la mano. Gesta compleja en la construcción de un país.

Pero como sigue ocurriendo desde cierto tiempo ya largo, buena parte de la dirigencia que aun aparece, no se lo merece. No comprende lo que está ocurriendo y se reduce a denuestos, adjetivos, calificaciones ligeras. Rígida, entablillada, lejos de la versatilidad que debería adquirir de la economía informal. Permanecen en el magro vivir entubado de esas salas de terapia intensiva que son algunos programas de opinión.

Los métodos son parte fundamental en la construcción de realidades. Las religiones, la ciencia moderna con todo y sus apriori fideicos, son maneras para esas construcciones. La democracia, en las muchas variantes que la enriquecen culturalmente, es un método para la construcción de realidades sociales. Método que en un tiempo se había concebido como recurso formal de la política, entendida ésta como el arte de tomar el poder y preservarlo, implicando ello la destrucción del enemigo. Pero agotada esa concepción primitiva de la democracia, y la política en ella, le da el paso ahora a su comprensión como el arte de dialogar, de negociar de cultivar la diversidad y saber navegar en ella.

Una vez pasada la actual efervescencia, en rezongos, insultos y adjetivos, se terminará por aceptar los resultados de la encuesta democrática realizada, principalmente estadística, con todas las características, virtudes y defectos que esos métodos tienen. Y se marchará hacia otras encuestas, donde no faltarán tampoco virtudes y defectos. Y habrá que hacerlas, los otros caminos, no propiamente democráticos, han mostrado tanto su fracaso como el rechazo que por ellos tiene la gente. Dejar de creer que todo lo bueno que se logre favorece al gobierno por lo que hay que vivir en negativo. Nada florece en los velorios y las flores que ellos hay sólo saludan a la muerte.

El gobierno ha invitado al diálogo y a la negociación. Hay que tomarle la palabra para que su oferta no se quede en palabras y abrir todos los espacios posibles para que el ejercicio de la democracia se de en todo sitio. No sólo en elecciones, congresos, partidos, gremios y tribunales. Sino que pase a ser ejercicio cotidiano, modo social, en escuelas, organizaciones comunitarias, asambleas de ciudadanos, círculos bolivarianos, organizaciones no gubernamentales. Que sea modo vinculante en las consultas de los entes de gobierno, ahora engreídos encerrados y autosuficientes, cuando no agresivos y autoritarios...

Entender que la democracia es un estado de conciencia que socialmente se construye. Que no se impone y que no puede reducirse a enunciados o maquinarias. Que hay que aceptar sus riesgos e ineficacias y la inevitable posibilidad de quedar en derrota, desventaja o minoría. Y la inevitable necesidad de que el gobierno sea ejercido más que como la ejecución de un plan, como la coordinación en la construcción de un proyecto de todos.