EL SUELDO DE LOS EDUCADORES

Y EL FINAL DE LA ERA PETROLERA

Arnaldo Esté

arnaldoeste@gmail.com

16 DE MAYO 2015


Ahora, cuando estamos llegando al final de la era del petróleo, mis colegas, una vez más, entran en un justo conflicto.

Los especialistas internacionales nos informan de sobreproducción, de inventarios abundantes, de no menos de diez años de precios bajos. A eso se agrega la discusión sobre la contaminación y el calentamiento global, la búsqueda y logro de energías alternativas y la producción de transportes con motores eléctricos o híbridos.

En ese escenario tiene que actuar nuestro país: ingresos menguados y comprometidos, reservas cuantiosas sin posibilidad de ser explotadas y que, de serlo, encontrarían un mercado decadente y saturado. Pobre condición para atraer inversiones.

Casi cien años del uso bastardo de los ingresos petroleros para comprar y adormecer conciencias asoman su final. Con este gobierno que, más allá de toda ideología, ha devenido en una desordenada montonera. Caudillista sin caudillo, pegada con temores y despegada por incertidumbres. Unas incertidumbres en las que los que aún conservan resquicios de sueños, se sienten cada vez más aislados, y los más desesperados, chapoteando y ahogados en el tufo de la derrota, arremeten contra los periodistas.

Esta es la crisis general que apenas comienza.

No será fácil ni corta la reconstrucción del país. Habrá que atender muchas y graves cosas con esos ingresos menguados y será necesario el aporte de todos. Esa reconstrucción tiene que ver, en primer lugar, con la educación. Hay que amarrar a ella y a los educadores nuestro futuro, y eso pasa por garantizarles ingresos suficientes, prestigio y respeto social. A la vez que exigirles mucho.

La educación que tenemos, el sistema educativo, en todos sus niveles, es deficiente y atrasada. Los niños se aburren y los mayores no logran precisar lo que aprenden y la eventual utilidad de ello para su ubicación productiva en la sociedad.

Lograr una educación de calidad es hacerla formativa. Que logre para sus estudiantes competencias y valores. Competencias para trabajar productiva y creativamente, valores para orientar el uso de esas competencias.

Esto supone un cambio sustancial en las aulas. Principalmente cediéndole los espacios de participación a los aprendices de manera que ejerciten y practiquen las competencias y los valores buscados, que es la manera de lograrlos.

En el curso de este conflicto que comienza, esto debe ser discutido. Comunicar que los maestros tenemos eso en la cuenta principal, y que no es solo cuestión de sueldos y recursos sino también de compromiso y calidad en el desempeño.

En esa educación en la calle y en las aulas estará nuestra esperanza.