EL SUELDO DE LOS EDUCADORES

Y LA CALIDAD DE LA EDUCACION

Arnaldo Esté

arnaldoeste@gmail.com

28 DE MARZO 2015


Desde el Centro de Investigaciones TEBAS de la Universidad Central de Venezuela tenemos varias décadas promoviendo y presentando proyectos (Educación para la Dignidad) para cambiar la educación, para mejorar su calidad. Proyectos que hemos presentado y practicado en Venezuela y ahora están en desarrollo en varios países de Latinoamérica, pero en ninguno de ellos se supone la existencia miserable de maestros y profesores.

Más allá de la existencia heroica, la sobrevivencia impide dedicarse en profundidad a hacer algo tan exigente como cambiar la educación y entrar en su extraordinaria complejidad. Sin desmedro de otras profesiones u oficios, la educación es mucho más compleja que la medicina, la ingeniería o la astronomía. Se lidia con personas y situaciones que cambian en cada circunstancia y contexto. A lo largo de la historia todas esas disciplinas han sufrido cambios mayores y sustanciales, sin embargo el escenario de las aulas sigue siendo el mismo: un maestro informador enfrentado a unos estudiantes muchas veces aburridos. Así que hay que cambiar la Educación, mejorar su calidad.

La calidad de la educación es una interacción social y tiene por tanto que ver con la profundización de la democracia, haciendo que las aulas sean ambientes donde se cultive la dignidad, como respeto y reconocimiento, la participación, la solidaridad y el cuido de la diversidad. Valores que se forman ejerciéndolos cotidianamente.

Pero el docente poco puede contribuir a su cultivo cuando se siente excluido y desestimado. Inclusión, respeto y reconocimiento tienen que ver con los sueldos que representen esa estima y respeto. ¡Si poco me pagas, poco me estimas!

Gobierno, partidos, instituciones internacionales están de acuerdo con apreciar la educación como la principal inversión social. Pero de afirmar eso a realizarlo hay grandes distancias.

El sueldo, además de ser un indicador del respeto y la estima social es, también, un atractivo que tiene cualquier profesión. Así que los mejores estudiantes, con mayor opción de ingreso a las universidades, lo piensan mucho antes de optar por la pedagogía.

Dobles turnos y miradas de escrutinio buscando opciones con mejores ingresos es el tono más habitual.

Así viven los encargados de formar nuestros niños y nuestros jóvenes.

Ahora están en discusión nuevos convenios de trabajo en condiciones de una elevada inflación que tiende a transformarse en hiperinflación. Ojalá esas discusiones no se tornen conflictivas.