JUECES, JUSTICIA, RUPTURA, ÉTICA

ARNALDO ESTÉ

arnaldoeste@gmail.com

@perroalzao


Es difícil pensar que un juez pueda ser ingenuo. Su trabajo implica estar enterado de las leyes, de la condición humana, del ambiente social. No puede ser inocente. Es responsable por lo que hace o por lo que deja de hacer.

La cohesión social y personal es la materia de la ética. Los valores funcionan como pegamento, como cohesionadores: son los grandes referentes para la toma de decisiones y los cursos de los comportamientos, de lo moral.

Así que es muy grave y difícil ser juez. Más aún si se es juez supremo, juez de jueces, miembro del Tribunal Supremo Justicia. En ese cargo no se puede ser inocente.

Pero siento que esto que escribo es paja filosófica cuando los jueces no son jueces sino simple empleados.

No es solo cosa de la violencia, impunidad, corrupción, trámites mercantiles o procedimientos. Es cosa del país todo como comunidad cohesionada, con valores y referentes que deberían estar personificados en jueces cabales.

Debe haber algún estudio, alguna investigación que reseñe la historia de los tribunales y, en especial de las cortes supremas. No en términos de memoria y cuenta de sus acciones sino de la calidad de las mismas. De su Eticidad.

¿Se podría pensar que en un colegio tan numeroso como es el Tribunal Supremo no haya por lo menos uno con el coraje y la calidad suficiente para salvar públicamente su voto, para manifestar su desacuerdo?

En esos niveles podría funcionar la conciencia, tranquila o perturbada. Pero tal vez sea mucho pedir. Lo que percibimos es el gran peso que agregan a este barco en hundimiento.

Uno puede esperar que los legisladores sigan sus pensares, ideologías o intereses políticos. Es como una tradición. Pero en un país como este los jueces deben ser responsables, autónomos, preparados y, por lo tanto, culpables del desastre.