Es claro, y desde sus orígenes, Chávez y luego el chavismo no creyeron en la democracia. Optaron por participar de ella cuando la crisis política de entonces, el agotamiento de la democracia burocrática (cogollera) les habría opciones.
Chávez era golpista. Tal vez de un golpismo que ya había sido cultivado entre los militares por los mismos dirigentes del PC y el MIR que auspiciaron las guerrillas estudiantiles, en calles y montañas, como recursos de agitación y desestabilización que crearan el ambiente para las insurgencias golpistas de Carúpano y Puerto Cabello. En esos militares la revolución no pasaba de ser uno de los muchos motivos para tomar el poder.
Tal vez así le llegó la idea de revolución a Chávez y a su primer torpe y fracasado alzamiento que entre otras cosas, descubrió su mala calidad de planificador y su poca entereza y cobardía.
Pero supo montarse en la ola del agotamiento de los partidos y en el populismo arraigado en los venezolanos. Los mismos que votaron por Carlos Andrés Pérez, en la esperanza de sus limosnas y que al no recibirlas (lo que vino fue el paquete del FMI) saquearon Caracas en febrero.
En Yare, en la cárcel, Chávez se volvió una atracción para aquellos que ya se habían frustrado con las guerrillas y los golpes militares. Le hicieron cola, armando el chavismo civil.
Chávez sabía oír y era memorioso y muy zamarro.
Habla de cambio y revolución pero sin un proyecto claro. Piensa en voz alta buscando afiliaciones.
La oposición, muy soberbia y acostumbrada a los beneficios petroleros, lo percibe débil y peligroso y le organizan el golpe de Carmona. Fracasan pero en su presencia, cuando es conminado a entregarse y se entrega sin pelear, aun teniendo con que hacerlo. Luego pide perdón y de rodillas ante el cura (¿?) se confiesa arrepentido.
Lo regresan al poder, negocia y se hace fuerte. Busca un proyecto y le traen a Dietrich, quien ya había armado el Socialismo del Siglo XXI. Chávez sin comprenderlo muy bien lo asume y unifica el bolivarianismo con un socialismo de sabor cubano.
Arma un equipo de argumentadores y una mitología en la que se siente cómodo gracias a su vocación escénica de animador de shows. Se inicia una vorágine de inercia propia que recuerda los proceso de muchos dictadores. Con el tiempo, y si Dios no se lo lleva, ahora tendríamos a un dictador hecho y derecho.
El manejo dispendioso de la renta petrolera le cultiva muchos triunfos electorales. Pero esos recursos-renta, no es infinita. Cuando se muere ya había síntomas de agotamiento.
Le deja esa herencia a Maduro quien con poco seso y poco tino, trata de copiarlo y lo que logra es una caricatura gigante.
El poder acopiado por Chávez fue muy grande y omnímodo al punto de que sus seguidores (y la gente con ellos) terminaron de sentirse también eternos.
Por todo lo anterior, la derrota ha sido muy grande y difícil de digerir.
Ahora en esta crisis general y conflicto tramado de poderes. De carencias y temores, es oportuna proposición de caminos. Se trata, como método, como política, de insistir y, más aún, de profundizar la democracia.
¿De qué se trata eso? Hay muchas variantes de la manera de entenderla, que va más allá de aquellos gobiernos o concepciones o ideologías que simplemente no la aceptan o proponen. Desde las abiertas dictaduras teológicas como las que se dan en Corea del Norte o monárquicamente como Arabia Saudita. Las dictaduras ven dar incas que se argumenta con el orden necesario. Las democracias monárquicas en las que la unidad nacional es tan frágil o reciente que tiene que mantener un símbolo.
Cada vez más comercializado y fashion, que esté por encima de la temporalidad circunstancial idas de los partidos. Las democracias parlamentarias en las que los valores frágilmente establecidos tienen que afianzarse en contabilidades del poder y los partidarios, buscando que ello se refleje en el poder ejecutivo. Las democracias presidenciales en las que se busca una mayor eficiencia ejecutiva concentrando en un presidente las decisiones ejecutivas finales.
Estos son enunciados sintéticos, analíticos que, como tales, no pretenden simplificar las siempre complejas realidades sino reducir a los términos argumentales de las categorías. Para nuestros propósitos y hechas estas salvedades metodologías, nos permiten ir hacia la proposición: que queremos decir, para nuestra situación venezolana, profundizar la democracia.
Es un proceso de construcción de aprendizajes, de lograr valores y competencias. Y es simultáneo a un proceso practico, de ejercicio de lo social: producir, crear, reflexionar, interactuar. Discutir, negociar. Para todo lo cual molestan las trincheras o posiciones juradas, absolutas, dogmáticas. Así que no es sustancialmente diferente a lo que planteamos para la discusión. Más aún hay que planteársela como procesos simultáneos: en los ambientes generales de gobierno, de producción, de solución de problemas, deben darse procesos de profundización de la democracia similares a los que se deben dar en las aulas.
Es la gran tarea de Venezuela. No es la opción entre chavismo y oposición. Es el curso de construcción del país que más allá y por encima de lo económico esta lo ético. El juego de valores y las competencias por los cuales ellas se realizan.
Hace muchos años la democracia viene construyéndose. Algunos dicen que se comienza con la sociedad esclavista griega. Otros que grupos originarios ya la había ejercicio cuido al tomar decisiones luego de consultas.
Pero lo cierto e inmediato es que lo que está planteado ahora no es un regreso al pasado, a la democracia burocrática y superficial de los cogollos ni a la democracia mesiánica y autoritaria reciente. Se trata de reconstruir creativa y adecuadamente.
Profundizar la democracia para todo el país no es conceptualmente diferente de lo que está planteado para le educación. En la educación hay una relación directa entre construcción de aprendizajes y participación. Mientras más participan los estudiantes, más aprenden.
En el ámbito de la nación la democracia debe también concebirse en el juego y búsqueda de valores y competencias. Los valores que prioriza derivan de esa necesidad de participar, es decir de lograr una vida más plena con todas las pasiones, disfrute y angustias que ello tiene.
Dignidad como repleto y reconocimiento. El lugar y tiempo que cada quien tiene a ser exigido y necesitado en su integridad, en su completitud. En el ámbito de su realización, familia, grupos y amistades.
Participación, como manera de realizarse la dignidad, de tener vigencia. En el trabajo, la creación, la interacción. En hacerse en los otros al contribuir a la existencia integral, corpórea.
Solidaridad, como verificación de la condición social humana. El grupo, la comunidad, la familia suponen el mutuo oyó y la mutua exigencia. El dolerse y el disfrutar con los otros. La fiesta y el duelo, el recuerdo y la esperanza.
La diversidad, la espera y la existencia del otro como fuente de enriquecimiento y motivaciones. El mundo más allá de un cuarto de espejos, monótono y negador de la sorpresa que hace la vida más profunda.
La continuidad con la naturaleza. El saber que no terminamos con. Justa propia piel sino que ella es, más bien, la garantía de pertenencia a una extensión y un tiempo que no termina y que nos transita indeteniblemente, continuamente, sin linderos ni detenciones de manera tal que para bien o para mal, al ser naturaleza, todo lo que en ella ocurra ocurre en nosotros. Mucho más allá de lo ecológico y la conservación, es pertenencia fecunda a esa totalidad que llevamos, distinguiéndola y pobremente comprendiéndola, como Naturaleza.