REFERENDO, CAMBIO DE GOBIERNO Y LA NECESIDAD DE PROYECTOS NACIONALES


ARNALDO ESTÉ

arnaldoesté@gmail.com

@perroalzao

23 DE JULIO 2016


La profundización de la crisis ha terminado por perfilar otro panorama. Vemos al gobierno montado en escenas de desespero, con alocuciones reiterativas hacia un público mal traído, cada vez más triste. Saben que el Referendo va y que ellos, los encadenados, se van.

La colecta de 25% de las voluntades bien puede resultar en un plebiscito con más de ocho millones de personas marcando sus huellas. Eso bien puede suceder, pero hay que trabajar muy duro en tareas que, además del propósito electoral inmediato, sean de aprendizaje del ejercicio democrático como ya ocurrió con el primer firmazo.

Es natural que los esfuerzos se hayan concentrado en oponerse y denunciar y, definitivamente y al fin, en el referendo. Pero así como fue de alguna manera sorpresiva el resultado de las elecciones de diciembre, ahora, en este vértigo de país, se nos viene encima la realidad de un nuevo gobierno.

Hay que prepararse para gobernar, para un gobierno de transición que debe expresar un entendimiento. Por eso hay que hablar de proyectos nacionales.

Se ha repetido, y hay que insistir en ello, que los grandes problemas como la educación, la seguridad, la producción sin rentismo, la cohesión social… son de tal gravedad y complejidad que requieren acuerdos de todos los sectores, incluyendo los del actual gobierno, para poder abordarlos y realizarlos. Tan así que con la crisis aún vigente para el año que viene, podría haber inconvenientes con la gobernabilidad. Un año que podría incinerar gente y pretensiones.

Es allí donde son imprescindibles los proyectos nacionales. Proyectos diseñados con gran amplitud pero con sólidos argumentos y propósitos, que permitan y exijan la postergación de intereses personales o partidistas.

En eso se ha trabajado y hay importantes cosas adelantadas. Pero a eso hay que agregar algo que no es condimento: la presencia y colaboración de los otros.

Como ocurre ahora con la MUD, que es una convergencia de agrupaciones e ideas para un propósito mayor, habría que hacerlo abriéndole las puertas a los derrotados.

No es fácil. Supone un alto nivel de madurez política, calidad no muy frecuente.

En ese tono debe darse ahora el dialogo. Dialogar para proponer y proyectar.

Dentro de unos meses, esto que aquí optimistamente describo, estará vigente y claro, y el presidente y su gente tendrán que prepararse para su salida. Una salida, que inteligente y políticamente interpretada, no tendría que ser su muerte como grupo político. (Dicen que la muerte, en la política, es poco frecuente). Más allá del radicalismo juramentado actual, podrían participar en el diseño de esos proyectos nacionales, aprendiendo que los cambios sociales son mucho más complejos y difíciles que discursos y fachadas. Y que los intereses de la gente, ahora hambreada y menguada y en desespero, son, en verdad, prioritarios.