No son milagros, sino directas violaciones a la Constitución y a las leyes las que el gobierno tendría que hacer para conservarse. El Revocatorio está en marcha y en su próxima etapa significará un plebiscito: millones de voluntades se manifestarán en contra. Más allá, y por debajo de los tardíos y falsos pudores de las rectoras, ellas mismas podrían acudir a mañas técnicas que obstaculicen o impidan la participación masiva y suficiente para colocar huellas e identificarse. Reduciendo el número y mal ubicando o dañando las máquinas, decisiones sobrevenidas, coacciones y sanciones a participantes… Por eso hay que propiciar esa participación y estar alertas.
Pero si hay algo cierto, y que hay que cultivar, es el aire de cambio, de superación del bloqueo político. En medio de tantas y graves penurias, que aún se prolongarán para el año próximo, crece el optimismo y recuperamos una tímida sonrisa.
Así que hay que pensar y proponer para el nuevo gobierno. Hay que producir Proyectos Nacionales. Para mi campo: un Proyecto Pedagógico Nacional, que exprese y reúna a las diferentes agrupaciones políticas, gremiales, institucionales, en el entendido de que un cambio social complejo, como es el educativo, tiene que iniciarse y permanecer durante varios años y más allá de los inevitables cortes resultantes de procesos electorales u organizativos en personajes o agrupaciones. Debe tener persistencia y continuidad, independientemente de que su propio diseño y métodos supongan enriquecimientos surgidos de su propio ejercicio.
La educación es un desastre en todos los niveles y modalidades y conserva males que vienen desde siempre: en las aulas se cultiva el autoritarismo y la negación de la dignidad de los estudiantes al obligarlos a permanecer silenciosos y convergentes, tratando de entender lecciones que solo esperan ser memorizadas. Muy poco que ver con su formación, con el logro de Valores y Competencias: Valores, (dignidad, participación, solidaridad, diversidad, continuidad con la Naturaleza…) como grandes referentes para la toma de decisiones y proyectos de vida. Competencias como el conjunto de saberes, habilidades, destrezas, actitudes necesarias para desempeñarse productivamente en contextos específicos. Valores y competencias a las que se llega con su práctica y ejercicios reiterados, continuos.
En su conjunto el logro de valores y competencias supone una profundización de la democracia, la que, a su vez, es un preventivo para todo eventual autoritarismo gubernamental. Democracia instalada como conjunto de valores que vaya más allá de cogollos o conciliábulos, de componendas para la corrupción, de poderes públicos enajenados y subalternos que sirven de modelaje para una delincuencia y una violencia instaladas como manera inevitable de ser.
El acento del cambio debe estar en lo pedagógico. En las relaciones sociales que, a propósito de los aprendizajes, se dan en aulas e instituciones. Relaciones que deben expresar la intención y comprensión de los aprendizajes como procesos de construcción e interacción social y que, de esta manera, prefiguren lo que será el juego social en el resto de la Nación.
Estos cambios, principalmente pedagógicos, insisto, deben darse también en las instituciones de educación universitaria y, en especial, en aquellas donde se atiende a la formación de docentes. En esa dirección, y con la participación activa del Ministerio de Educación, ya se han iniciado discusiones y producido propuestas para rediseños curriculares y que reflejan preocupaciones como las que aquí expongo.