La caída vertical del gobierno y la crisis general le hacen a uno difícil mantener los cuentos al día.
Desde hace muchos años se habla mal del petróleo, como diablo contaminador. Ahora a eso hay que agregarle que está pasando de moda. Gracias al cielo y a todos los dioses se evidencia no sólo contaminante sino corruptor. Se va tornando pecado su explotación uso y mercadeo, quedando para los ingresos sangrientos de los radicales de Isis. Los carros eléctricos y las otras energías le angostan sus espacios.
Así, que para pensar en la transición para lo inmediato y para largo plazo hay que pensar en el Proyecto de País póst petrolero. O, mas exigentemente, en un proyecto real de país que nunca hemos tenido. El proyecto republicano de Bolivar y Miranda nunca llego a arrigar para tomar calle, para ser valores instalados. Se quedo en proclamas, leyes y múltiples constituciones.
No puedo hablar, como hacen los científicos sociales, de escenarios, al tratar de pastorear racionalmente las variables. Voy a escribir y especular sobre perspectivas:
Los extremos de los dos campos, con anuencia de sus líderes, ladran, haciendo costosa su posición: blufean, alardean, ponen caras y ojos puyúos que no corresponden y quieren ocultar las cartas que tienen.
El gobierno se sabe perdido pero quiere salvar lo que se pueda ante su clientela extremista y de tesoros muy turbios que no excluye a las señoras juezas y ante su otra clientela más pragmática y “realista” que espera seguir activa y retornar con un santo trascendido en una versión mas digerible democráticamente, siguiendo entre otras muchas, la experiencia nicaragüense. Dicho de otra manera, se prepara para el regateo inevitable en toda negociación.
Los opositores saben todo eso y organizan también su frente de entrada.
Esta, que es la porción inmediata de la perspectiva, es la del entendimiento o, empleando un término que a la ortodoxia en mando les resulta imposible, la negociación. La negociación es un juego comunicacional humano y continuo que tiene sus normas. Para entendernos los unos a los otros constantemente negociamos significados. Aclarado esto, hay que pensar en los actores, en los comunicadores, en los negociadores.
Ya hay nombres y fintas entre los candidatos posibles y, como ocurre en los juegos deportivos, hay que hacerles barras, que ayuden los alardes y necesidades.
Pero esta perspectiva no se da en pureza. Como todo trajín humano, es complejo y sensible y las calles o la impaciencia, abonadas por la incertidumbre, el hambre o la mengua le pueden dar palos a la lámpara. Así que lo mejor, ahora, no es la paciencia.
Pero más allá de esta porción inmediata de la perspectiva, se abre la más larga y compleja del arruinado país pospetrolero. ¿Cómo y de que vamos a vivir y convivir cuando el petróleo regrese a ser simple piedra? (ver cita del jeque Yamani).
Otros países mineros o petroleros han tomado previsiones: ahorros y vacunas contra la enfermedad holandesa. Incluso algunos como Noruega hacen interesantes proyectos de país que uno encuentra permeando eficientemente hacia donde todo proyecto de país tiene que permear: la educación.
No habrá acuerdos serios que ignoren esta inevitable perspectiva.