VALORES, COHESIÓN SOCIAL Y EDUCACIÓN


ARNALDO ESTÉ

arnaldoesté@gmail.com

@perroalzao

2 DE JULIO 2016


El tema de la ética y los valores se menciona pero no se aborda. Posiblemente a los científicos sociales y analistas les resulta un tanto exotérico. Lo ven pero no se atreven a morderlo.

La materia principal de la ética son los valores, que son los fundamentos de la cohesión social.

Para un país confuso, extraviado por una larga dependencia de la renta petrolera y su uso en vocación populista por líderes o caudillos, la tarea de reconstrucción es, fundamentalmente, de naturaleza ética. Es la construcción de valores, de grandes referentes que permitan la toma de decisiones y la elaboración de proyectos, colocando en primer lugar a la gente, sus necesidades, carencias y problemas.

No es cosa fácil ni inmediata por lo que debe ir más allá de periodos electorales y gobernantes provisionales. Requiere compromisos de toda la nación que deben ser dialogados y acordados.

Mencionaré, muy brevemente y en la medida de este medio, con oraciones abiertas a la discusión, seis valores como primordiales y que concurren a la profundización de la democracia:

La dignidad que nos refiere a la calidad de los sujetos individuales y colectivos, al merecimiento y logro de su respeto y reconocimiento. Un valor que se construye, como todos y más que ninguno, en su ejercicio. En el trabajo productivo, en la creación científica, técnica, artística; en la solución de problemas y en el uso respetuoso de los recursos.

La justicia, ahora seriamente ignorada, atiende a ese respeto y reconocimiento de la dignidad, los derechos, la vida individual y social, la diversidad de cultura y condición, que debe realizarse en normas y leyes libremente convenidas pero acatadas por todos en igualdad y autónomamente ejercidas y vigiladas por un sistema y poder correspondiente.

La participación, que es la práctica y profundización de la dignidad, no solamente en los actos electorales y de delegación de poderes, sino en el sentirse y actuar como parte constitutiva de un todo humano, en el ejercicio y el manejo de las competencias adecuadas, de esa dignidad, en el trabajo, la creación y el disfrute. Es la manera de verificar con los otros la validez de nuestras percepciones o conjeturas individuales, el recurso principal de la construcción social de los aprendizajes y conocimientos.

La solidaridad, la evidencia de la necesidad y condición social del humano, del amor y apoyo mutuo, del sentido de comunidad y responsabilidad compartida.

La diversidad, el reconocimiento del otro y del disfrute de su existencia que nos enriquece. Más allá de sexos, etnias, lenguajes y modos comunicativos, rasgos personales, posturas políticas, ideológicas o recursos económicos.

La continuidad con una naturaleza de la cual somos mucho más que partes, somos continuos conscientes con ella, y que toda relación con ella no es la de un extraño o provisional, de un contemplador ecologista o de quien solo la visita para extraerle, sino que en uno, en cada acto, función u órgano está ella, somos ella.

El cultivo de estos valores, ahora menguados o de pobre existencia y abolengo, exige perseverancia y trabajo a largo plazo, sobre todo educativo. Mucho más que en las habituales prédicas o sermones, en una práctica y ejercicio cotidiano que debe ser modelada por gobernantes jueces y autoridades.

A todo lo anterior se agrega lo que encontramos en la mayoría de las escuelas y en sus aulas. Prácticas pedagógicas que ignoran al estudiante y lo obligan a la pasividad y a un fastidio excluidor. El estudiante no es respetado ni es participante exigido, la solidaridad es reemplazada por la exigencia de un silencio convergente, con una disciplina formal y sin mayor sentido. No se cultiva el trabajo en grupos de mutuo apoyo. Se imponen modelos en los rasgos fisonómicos, en las imágenes y decorados y se discrimina al que tiene peculiaridades. Se restringen las variedades comunicativas y los ritmos en su manejo. En general, se les prepara para eventuales dictaduras o autoritarismos o a buscar en pandillas los reconocimientos o espacios que en esas escuelas no encuentran.