Comentarios de Arnaldo Esté


Arnaldo Esté

29/03/2010


-Hay que insistir en la desviación natural hacia escolarizar Lo Digital digiriéndolo, como ocurre con la mayor parte de las novedades que se han introducido. La cultura digital crece y se expandirá a todo, en un proceso con no pocas contradicciones y resistencias. Si el sistema escolar, la educación formal, no toma ese rumbo permanecerá como una de tantas estructuras del pasado. No podemos prever las resultantes de la cultura digital, EN TODO CASO LA PARTICIPACIÓN Y LA INTERACCIÓN CRECERAN EXPONECIÁLMENTE eso afectará lo que entendemos como política y democracia. Los libros y toda la parafernalia documental: registros, calificaciones, boletines, etc., cambiarán muy pronto.

-De acuerdo: lo presencial (grupal) es imprescindible para la formación, para la construcción e instalación de valores además de que hay cosas que pertenecen al mundo de lo impreso que deben preservarse, aun cuando serán percibidos de otra manera.

-Como ya hemos anotado, valores fundamentales como el TIEMPO, como horario y el ESPACIO como sitio, cambiarán sustancialmente y, muy posiblemente, terminarán subordinados a los cursos de acción. Es decir, inseparables del ser en sí. Esto, es obvio decirlo, cambiará los diseños curriculares, el papel de los maestros y la geometría de los ambientes de aprendizaje (los que ahora son salones de clase).


DEFENSA DEL DESARROLLO DE UNA CULTURA DE DIGITALIZACIÓN DE LA ESCUELA

Los muchos proyectos de implementación de las nuevas tecnologías de información y comunicación en la escuela hasta hoy no han logrado muy buenos resultados, cuando se piensa en el alcance que esas acciones tienen en relación con todos los agentes educativos. Generalmente tales proyectos incluyen a alumnos y maestros y requieren el uso de equipos digitales (para allá de los que ya existen en la escuela). Las instituciones escolares se esfuerzan por implementar las orientaciones pero, aun así, no obtienen resultados tan positivos, haciendo que muchas buenas experiencias queden perdidas en el rol de tantas y tantas experiencias a que la escuela se somete. ¿Cómo se explica que, a pesar de tantos esfuerzos económicos, inversión de tiempo e implementación de planes para la correcta formación de las personas, no se logre cambiar la realidad del uso de la tecnología en las escuelas?

La experiencia nos revela que una de las causas es la incapacidad de estas acciones para partir del hecho de que se está se enfrentando una nueva realidad cultural que necesita ser asumida y trabajada para lograr un verdadero cambio. Y eso significa pensar en la comunidad escolar como una red de agentes variados y con relaciones complejas. Cuando se piensa en la realidad de las escuelas particulares esta idea gana un tono diferente al que se maneja para las escuelas públicas, cuyos aspectos para configurar su contexto son distintos.

Aunque los alumnos de las escuelas particulares convivan mucho con las nuevas tecnologías, no podemos decir lo mismo de los maestros, que son agentes de vital importancia para el logro del proyecto. Por este motivo, debemos introducir a los docentes en esa realidad, facilitando su inserción gradual, ya que la mayoría no posee grandes destrezas tecnológicas ni experiencia y/o deseo personal de dominar lo digital. Por lo tanto debemos educar a los profesores en la realidad de las nuevas tecnologías, de tal forma que adquieran y actualicen esta destreza en paralelo con su experiencia profesional y su desarrollo personal. Es decir, el éxito o el fracaso de la incorporación de las tecnologías en el quehacer profesional del maestro está directamente vinculado con el hecho de que sea capaz de emplearlas también como una herramienta necesaria en su vida personal. Solo entonces la postura profesional gana fuerza, porque gana sentido. En cuanto al alumno, sería lo opuesto: favorecer en él un ambiente de reflexión crítica de su actitud digital, de tal manera que transforme la práctica de la escuela en algo significativo para su vida, en relación con su uso de las tecnologías. Eso exige un cambio de visión, un posicionamiento ético, la capacidad de pensar críticamente el todo de las redes digitales para sacar aquello que resulte interesante, útil, placentero, etc.

Desarrollar una cultura digital no significa, de ningún modo, solamente comprar equipos y llevar a cabo proyectos que culminen en ferias o eventos generales. Significa poner toda la escuela en marcha en la misma dirección, sin excluir a nadie, desde el portero hasta el director, pasando por los padres y toda la comunidad en torno a ella. Si toda la comunidad está involucrada en ese desarrollo, el aprendizaje para los alumnos será más natural, porque desde que llegan al colegio, en el recreo, las clases o en cualquier otra actividad escolar, respiran un entorno tecnológico y viven un ambiente real de red, con sus reglas y conflictos. Esto incluye acciones como poner tornos electrónicos en la entrada, registros digitales de asistencia de los alumnos en la escuela y en la clase, comunicación escuela-comunidad (vía email, Messenger, SMS, etc.), letreros con señalización y paneles de información y muchas otras cosas.

Cambiar la cultura escolar significa que el profesor y los alumnos utilizan la computadora en el aula de forma natural y no como una situación especial, sino como una herramienta de todos los días, en que el libro impreso necesita de lo digital y viceversa. Implica también una determinación por realizar los principales procesos cotidianos de forma digital, como registros de evaluación diaria, envío de notas, boletines, análisis de rendimiento de la clase, investigación, diagnósticos, etc.

Significa también revisar posturas éticas en relación con la utilización de las tecnologías, comprendiendo su uso como forma de comunicación, y no como destrucción irresponsable o exposición excesiva de aspectos de la vida privada. Una cultura se hace con actitudes y reflexiones y no solo con procedimientos; por eso, una cultura de digitalización reserva espacios de debate y construcción de soluciones para los problemas que afectan a la comunidad. Muchas veces, una cultura de digitalización se consigue, por ejemplo, mediante la promoción de contactos presenciales en reuniones generales. Lo digital no debe anular lo presencial, ni lo impreso, ni el trabajo en equipo, sino complementarlos.

Por todo ello, la entrada de lo digital en la escuela se debe dar por un proceso de inmersión en prácticas digitales, capaces de penetrar en la cultura de toda la comunidad educativa como un todo. De esta manera tendrá un papel central en la concepción sistémica y su foco será el desarrollo desde la persona, entendiendo como agentes de esa comunidad a alumnos, profesores, coordinadores, funcionarios, directivos, padres, madres y otros familiares del alumno, y cualquier persona de la comunidad que forme parte del entorno de la escuela. Además de eso, los alumnos, en cuanto llegan a la escuela, acceden a un medio plenamente informatizado, desde la misma entrada, la biblioteca o hasta en la compra del refrigerio durante el recreo.

Pero la llegada de lo digital no se debe dar en simple condición de eje transversal, ya que, en muchas situaciones, nadie trabaja sobre los ejes porque, aunque sean importantes, no existe ningún responsable de su gestión en la escuela. Cuando los proyectos sitúan los ejes transversales dentro de la propuesta y los ubican metodológicamente en relación al desarrollo de competencias y habilidades de las asignaturas, la cosa puede funcionar de forma efectiva. No se debe tampoco, como se hizo en un pasado cercano, restringir lo digital a una esfera de evento, de cosa esporádica, con principio y fin, como si fuera un proyecto. Se debe evitar también el error de adornar demasiado la propuesta digital, concentrándose en la exhibición de equipos y de software, y olvidándose de lo esencial al preocuparse demasiado de herramientas y técnicas.

Hay que repensar radicalmente las bases estructurales de la escuela en relación a sus tiempos, espacios, currículos, procesos de comunicación y de gestión, etc. Como lo digital rompe con los límites tradicionales con que las escuelas, en general, manejan estos elementos, hay que preparar el ambiente escolar, que se cambia a ambientes múltiples de enseñanza y de aprendizaje, para:

• Repensar los tiempos, cómo adaptarlos a los ritmos personales de asimilación y comprensión de procesos, dedicar el tiempo necesario para desarrollar competencias (que requieren otras medidas más allá de la importancia y el tamaño de los contenidos), desarrollar proyectos centrados en generar situaciones problematizadoras. Esta noción de tiempo, nos llevará, necesariamente, a cuestionar los actuales modelos de relación con el saber en la enseñanza y el aprendizaje, ya que el tiempo deberá adecuarse a la situación de cada individuo, considerando su realidad particular en el contexto del grupo. Desde esta perspectiva, la cantidad de tiempo y de contenidos entra en conflicto directo con las dimensiones de calidad, relevancia y esencia.

• Desmitificar los espacios típicos de aprendizaje, revitalizando los que ya existen para que resulten más estimulantes e inviten a la investigación, al trabajo en equipo, a cambios frecuentes de experiencias, interacción social, negociación, ayuda mutua, etc. De este modo, las paredes del aula tendrán que adquirir otro significado distinto al de mero límite, ya que los ambientes de aprendizaje pueden ser de grados y niveles mixtos, dependiendo del proyecto que se va a desarrollar.

• Estimular la reflexión acerca de la abundancia de contenidos en el currículo en detrimento del desarrollo de competencias y habilidades, introduciendo así en la comunidad el debate acerca de los excesos y carencias, de lo esencial y relevante, de la calidad y de la cantidad de los contenidos curriculares.

• Revitalizar la gestión de la comunicación tradicional entre los agentes educativos, favoreciendo la respuesta rápida, la desburocratización, la economía de tiempo y de recursos materiales (como hojas de papel) y creando un ambiente de red con nuevos valores y jerarquías. Esto se logrará generalizando el registro de la información en plataformas de fácil acceso para sus usuarios, lo que mejorará la atención a padres, alumnos, etc. La plataforma recogerá también todos los datos relacionados con los procesos vitales de la escuela.

• Hay que considerar que, aunque los alumnos sean nativos digitales, los adultos que los rodean no lo son; por ello, se debe introducir esa nueva realidad en la escuela y mantenerla hasta que se convierta en una cultura completamente desarrollada y asimilada por toda la comunidad escolar. Sugerimos el término “inclusión” para referirnos a ese proceso de intervención en la realidad de los adultos (o de muchos de ellos).

La práctica digital debe ser reflexiva, crítica y ética para que posibilite a los agentes educativos una toma de decisión frente a las situaciones que se les presentan. Solo así no se pondrá el foco en la práctica como mero procedimiento, sino también como actitud y cognición. El contacto con el universo digital permitirá a la escuela acceder a varios conceptos todavía no se dominan en el ámbito de la educación, como la problematización, la intertextualidad, los hipervínculos, el uso de diversos lenguajes, etc.

La experiencia digital también puede potenciar la implementación de conceptos importantes para la educación, puesto que los aborda de una forma natural para los alumnos; algunos ejemplos son la contextualización y la problematización, estrategias didácticas catalizadoras de situaciones y experiencias enriquecedoras y muy significativas para el aprendizaje. En este sentido, se amplía también el significado de secuencia didáctica más allá de una mera linealidad de acciones, puesto que se obtiene la posibilidad concreta de retomar las etapas ya desarrolladas tantas veces como sea necesario.

La práctica digital es también, por su naturaleza, una invitación a la participación, a la construcción, a la vivencia de proyectos y, por eso, hay tener cuidado para no convertirla en una mera actividad escolar, encuadrada en sus modelos tan limitadores y a veces tan antidemocráticos. Al mismo tiempo, se debe procurar que los comportamientos típicos de las relaciones en el aula no se trasladen al universo digital sin una adecuada adaptación y sin tomar en cuenta el soporte donde se desenvuelven las experiencias digitales.

La inmersión en lo digital se llevará a cabo a través del tratamiento de los contenidos en sus distintas dimensiones -cognitiva, procedimental y actitudinal - y no se tomará tan solo como canal de acceso a la información.

Otro concepto que la inmersión en lo digital puede favorecer es la revisión de la idea y la práctica de la mediación, papel actualmente atribuido al profesor en su relación con el saber y el alumno. Lo digital provoca una cierta renivelación jerárquica entre profesor y alumno, ya que el proceso de enseñanza y aprendizaje se convierte en un proceso bidireccional e interactivo, donde los límites de quien enseña y de quien aprende son relativizados, dependiendo de la situación.

Además, la posibilidad de la entrada de otros agentes educativos en ese proceso a través del trabajo en red, de foros, debates, etc., altera esa relación tan sacralizada. No basta con tener profesores cibernéticos o internautas para poner el proyecto en marcha, hay muchas otras cosas en juego en esa situación: aunque los maestros se informaticen, deben tener también la metodología y la predisposición personal y profesional para compartir sus conocimientos con los alumnos.

También hay que considerar que la enseñanza de lenguas extranjeras adquiere mayor sentido en el contexto digital, no solo por el uso de herramientas y de software educativos, sino también por la posibilidad de intercambio real con personas nativas, para compartir experiencias y mejorar el dominio de la segunda lengua.

Otra aportación del ambiente virtual a la situación actual de la escuela es la de la generar y vivir espacios virtuales abiertos de producción que refuerzan el sentido de la construcción y reconstrucción del conocimiento como producto social y de la interacción entre personas y generaciones.

El estado de incertidumbre en que se pone el conocimiento actualmente facilita la entrada de lo digital por las vías de la investigación de fuentes seguras de consulta. La escuela saldrá así de su agotamiento, su saturación y su cansancio en la búsqueda de soluciones definitivas para sus anhelos, expectativas y sueños de alcanzar una educación de calidad, que le devuelva el sentido a su vocación como institución escolar. Aquí entramos nosotros con nuestras soluciones, otorgando a lo digital el papel central que tiene en la construcción de un verdadero ambiente de aprendizaje sistémico, global y con valor de legítimo cambio.