ESCUELA DE SOCIOLOGIA UCV

SEMINARIO SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

FORO 7º

LA EDUCACIÓN Y EL CAMBIO DE VALORES

Arnaldo Esté

2 de mayo de 2007


En mi anterior exposición en este taller afirmaba que los cambios sociales son, más que otra cosa, cambios en los valores dominantes establecidos en la sociedad y que mientras estos cambios en los valores no se daban, los otros cambios eran reversibles.

A esto quiero agregar ahora lo siguiente:

Cuando hablamos de lo ético nos estamos refiriendo a aquello que cohesiona a un grupo humano, a una comunidad, a una nación. Esto tiene que ver con los valores. Los valores compartidos permiten y propician esa cohesión. Las violaciones a esos valores propician lo contrario, por ello el grupo, la comunidad, la nación sancionan de diferentes maneras a aquellos que los violan, que no los cumplen.

Vistos así, todos los valores: estéticos, epistémicos, ecológicos, religiosos y los más propiamente éticos, convergen a lo ético, a la cohesión social.

No debemos confundir cohesión, que es una concurrencia social, humana, con la unidad impuesta que puede figurar como una cohesión aparente.

Las dictaduras con frecuencia aparecen de esta última manera, logran unidad por la opresión aun cuando ésta aparezca disfrazada de muchas maneras. Esto también aparece en algunas versiones de la democracia. Unidad que permanece tanto como permanece la fuerza que oprime la diversidad subyacente. La historia antigua y reciente de muchos países, particularmente en la Unión Soviética y Yugoslavia, nos dice que la reacción a esa compulsión lleva a retornos incluso anteriores a los momentos en los cuales imperaban los valores que nunca se cambiaron.

1. EL PROPÓSITO FUNDAMENTAL DE LA EDUCACIÓN ES LA FORMACIÓN: LA FORMACIÓN DE LAS PERSONAS, SUS GRUPOS Y COMUNIDADES.

Lo más generalizado es asociar educación con educación formal, escolarizada. Y, en esta, la adquisición de conocimientos, habilidades y destrezas.

A la vez, la adquisición de conocimientos habilidades y destrezas se da, tradicionalmente, subordinada a dos valores:

El de la existencia objetiva, más allá de los seres humanos, del conocimiento (no de su calidad objetiva científica, que es asunto diferente y de otra discusión).

Y consecuentemente con ello el valor correspondiente: la posibilidad de transmitir ese conocimiento, que tiene existencia objetiva, más allá de las personas.

Sobre estos dos valores se aposentan la mayoría de las llamadas estrategias metodológicas y didácticas. Con ellas se trata de hacer esa transmisión del conocimiento lo más eficiente y lo más perdurable posible.

De aquí que en las leyes y en la misma Constitución se hable de “acción educativa” y de ella como un “servicio”, expresando la idea generalizada de que la educación es una simple transmisión – que se sirve lo que ya existe - de un actor que posee ese conocimiento “objetivo” a un receptor que, por tanto debe ser convergente, disciplinado, pasivo.

Ahora sabemos bien que esto no es así. El conocimiento y los saberes sólo existen en las personas, en los seres humanos y el paso de ellos de unos a otros es –como lo es toda comunicación- una interacción. Es la convergencia de acciones correspondientes: quien emite logra comunicar si sus señales son significativas, es decir si logran activar al otro, al interlocutor, para que evoque y “reconstruya” a partir de su acervo significados más o menos correspondientes o convenidos. Tiene que haber entre los interlocutores una negociación gracias a la cual hacen coincidir sus evocaciones y significados.

Se puede hablar, entonces, de una relación proporcional entre el aprendizaje y la interacción a propósito de un tema – o mejor: problema – compartido.

Todo esto tiene que ver, insisto, con valores, con los valores dominantes en el sistema educativo y en sus actores: dirigentes, planificadores, profesores, estudiantes, padres y madres. De manera similar en los mobiliarios, edificaciones, recursos e instrumentos que expresan esos valores.

Al asumir que el conocimiento es transmisible: los edificios tendrán aulas y recintos adecuados para que esa relación unidireccional se dé con disciplina y silencio. Así los pupitres y su acomodo, los pizarrones, el escritorio del maestro, la luz, el sonido, los libros, las evaluaciones y calificaciones, las promociones: todo eso que angustia a estudiantes, profesores y directivos. Y, consiguientemente, la selección y exclusión rigurosa de aquellos estudiantes que por diversas razones no logran adaptarse a esos ambientes y a descifrar sus lenguajes, códigos y modales. Es decir no logran interpretar la cultura escolar.

Las didácticas recientes han tratado de aliviar esta relación, flexibilizándola, abriendo discusiones o exposiciones ocasionales. Pero el valor transmisión del conocimiento sigue allí, fuertemente arraigado: con la devoción constante de padres y madres, profesores y -cosa curiosa- los mismos estudiantes que lo sufren. Los estudiantes quieren que se les “den clases” y sus luchas reivindicativas con frecuencia apuntan a que se les den “clases verdaderas” y no a cambiar ese valor imperante y la relación de poder que este implica.

Estos dos valores epistemológicos: existencia objetiva del conocimiento y transmisibilidad del conocimiento contribuyen a cultivar, a su vez, otros valores.

Si el conocimiento existe objetivamente y por tanto es transmisible no tiene sentido discutir sobre su calidad. Hay que acatarlo. No es adecuado participar o actuar, hay, simplemente que concentrarse en recibir, y, si hay algún ejercicio o discusión, será un ritual de ejercicio para fijarlo en la memoria, no para adecuarlo a una situación específica o al propio acervo del estudiante.

Dicho de otra manera más actual, se da una relación de poder, a propósito de educar y aprender, muy poco democrática y participativa, muy poco respetuosa o propiciadora de la dignidad de las personas.

Cuando propongo que lo fundamental de la educación es la formación me estoy refiriendo a esto, a la necesidad de establecer, de cultivar en las personas un sistema de valores que correspondan a la profundización de la Democracia como participativa: la dignidad de la persona, la curiosidad, la creatividad, su necesaria diversidad, la existencia subjetiva del conocimiento, la comunicación como interacción, la cooperación, la solidaridad...

Esta formación, este cultivo del cambio que implica el cambio en los valores, se da fundamentalmente en la práctica y ejercicio consecuente de esos valores buscados. Una práctica que implicará a todos los actores educativos pero, sobre todo, hará reposar en los propios estudiantes el peso mayor de la actividad, en la realización de proyectos que le den organización y sentido a las variadas actividades que ellos suponen. Calificados como actores los estudiantes realizaran la mayor parte de las tareas de organización del trabajo y la búsqueda de las informaciones y recursos necesarios para el aprendizaje, lo que a la vez, incrementa su dignidad y capacidad para el desempeño. Muy relevante para esto resulta el ambiente crecientemente digitalizado que permite que las personas formadas agencien buena parte de la información que requieren para sus actividades y trabajos. La persona formada esta en mejores condiciones de navegar por ese mundo de informaciones buscando lo que le es pertinente y calificado para sus expectativas

2. LOS VALORES EN LAS PERSONAS Y LOS GRUPOS NO SE LOGRAN COMO EFECTO DE PREDICAS O LECCIONES NI CAMPAÑAS IDEOLOGIZADORAS. SE CONSTRUYEN EN SU EJERCICIO, EN SU PRÁCTICA SOCIAL.

Los valores no son “ideas” o ideologías. No son conjuntos argumentales expresados con mayor o menor coherencia. Lo más frecuente es lo inverso: las ideas expresan valores subyacentes a veces contradictorios a los enunciados mismos.

Los valores son instancias de fe, productos de la religiosidad humana, imprescindibles, como referentes que son, para la creación, la comunicación, la vida social. Esto es particularmente importante y hay que tenerlo claro para un país en construcción como el nuestro.

La interacción educativa, formal e informal, tiene una función primordial en esto. Pero esa función se descalifica en la medida en la que la práctica educativa se realiza reforzando los valores que se quieren cambiar. No se puede inducir la democracia profunda como participación cuando en las aulas de clase eso no se ejerce. No se puede construir el cultivo a la diversidad y el respeto al otro cuando el profesor es autoritario y monopoliza todos los turnos sin permitir discrepancias.

LA PRÉDICA

En esto hay que insistir: la prédica es una antigua actividad, de ancestro religioso que supone la existencia de una verdad trascendente que tiene el poder necesario para cambiar a los hombres, para salvarlos, para hacerlos nuevos. La palabra, la idea que ella expresa, se cree que tiene fuerza generatriz. Ella de por sí redimirá los pecados y llevará a la luz y la salvación. Las permanentes prédicas ideologizadoras de políticos, vendedores, profetas y todo cuño de salvadores se soportan en ese valor.

Las prédicas logran vender, al igual que lo hacen los vendedores callejeros de esos aparatos maravillosos que dejan de funcionar tan pronto como al llegar a casa, descubriendo que el milagro no esta en ellos sino en el malabarista del lenguaje o de los dedos, que nos los vendió.

Las predicas no logran construir ni cambiar valores. Tal vez puedan, si son felices, reforzarlos.

Los valores se establecen con una práctica y un modelaje consecuente que conduzca a logros. En educación eso se encuentra posible de ser realizado en el llamado aprendizaje por problemas y proyectos desarrollados con métodos, con estrategias metodológicas para decirlo en el lenguaje técnico habitual, que requieran el ejercicio de los valores buscados.

3. El “currículo oculto”. Generalmente en la formación que se da en las instituciones educativas, y en buena parte de las organizaciones sociales (partidos, sindicatos, gremios, organizaciones comunitarias) van valores implícitos dominantes, como “currículo oculto”, no develado en los diseños programáticos, ni en las leyes y reglamentos. En prácticas, rutinas y rituales en las que se reiteran, sin hacerlos evidentes, los valores dominantes. Es así como en la educación tradicional se ejerce con gran persistencia el autoritarismo, el castigo y la exclusión del diverso. Las verdades occidentales impuestas como universales que deben predicarse y no discutirse, la competencia, la no-participación, las jerarquías sociales, la segmentación del conocimiento en disciplinas, la calificación como evaluación. Valores que se realizan como relaciones verticales, directivas, no participativas, y que son, al mismo tiempo, poco eficaces para la construcción de aprendizajes pertinentes y que se encuentran igualmente practicados, insisto, en los ambientes sociales no escolares y en la actitud autoritaria frecuente en líderes y gobernantes.

4. En la Ley Orgánica de Educación que ahora se discute, estas necesidades formativas y los cambios de valores necesarios habría que hacerlos explícitos. La Ley debería establecer, por ejemplo, la necesidad de que las clases se conviertan en ambientes de aprendizaje donde se ejerzan valores tales como los mencionados.

No es que yo crea que las leyes tienen fuerza determinativa para los comportamientos sociales (y esto es cosa de larga discusión en las teorías jurídicas), pero siempre pueden ayudar o entorpecer los mismos procesos y, en todo caso, son referencias textuales que sirven para citar en el momento de discutir.

En todo caso, poco es lo que encontramos en los proyectos presentados que tengan que ver con esto que aquí estoy planteando.

En general en ella uno lee y percibe la preservación de concepciones tradicionales y marcadamente las de los enciclopedistas del siglo XVII en la concepción del ser humano y sus supuestos valores universales. Una ley como esa debe estar referida a esa particularidad histórica, cultural, ecológica, social que es Venezuela. Por ello los valores deben estar explicados en su concepto y los que son relevantes y con particular significado para esta Venezuela en crisis.

El término formación aparece repetidamente, no obstante no se explica lo que se debe entender por ello y no se le relaciona con los valores. En general parece ser sinónimo de educación tomado en sentido activo, como educar.

Así, participar, colaborar, cooperar, diversidad, conocer, comprender, integración, continuidad con la naturaleza, mestizaje y otros que debo mencionar, deben ser explicados y deben sustentar lo que aparee mencionado como formación.

El mismo término valor aparece varias veces pero tampoco esta conceptualizado y los valores que se mencionan no están siempre denominados como tales, confundiéndose valores con principios, preceptos, ideas, etc.

Creo que este debe ser el problema central de la ley: propiciar el derecho de las personas a formarse y a aprender. Y formarse como significado de construir para sí un sistema de valores. Y aprender, a su vez, como significado de la adquisición, de la construcción de los conocimientos, saberes, habilidades y destrezas consecuentes con esos valores y necesarios para su propia dignidad y su incorporación y participación plena en la sociedad. Para esto, la Ley Orgánica de Educación debe concebirse como una “Ley Programa”, en la que más que normar lo que existe se debe programar lo que debería existir.

Este problema central debe resolverse induciendo, además, la práctica y técnicas que implican el ejercicio regular y consistente de los valores propuestos, entre los que puedo mencionar.

* Dignidad

• Integralidad físico-espiritual, corpórea

• La Democracia como participación desde la diversidad de cada cual y como diversas maneras de participar.

• La Cohesión Social: familiar, grupal, comunitaria, nacional.

• Cooperación

• Solidaridad

• Justicia

• Equidad

• Inclusión

• Protección del débil, la madre, el niño, el anciano

• Protección de la familia

• Honradez y sinceridad

• Respeto al bien común

• Respeto a los cultos religiosos

• Cultivo de la diversidad

• Respeto a la diversidad ideológica

• Paz con todos los pueblos

• Trabajo productivo en lo económico y cultural

• Integración suramericana

• Leer

• Escribir

• Comunicarse libremente

• Continuidad y comprensión con la naturaleza

• Cultivo de la propia identidad y la de su comunidad y nación. La preservación de sus símbolos, historia y tradiciones.

• Cultivo de las artes

• La soberanía nacional

• La búsqueda del saber y el conocimiento

• La comprensión de su inmediatez ecológica, social y cultural.

Educar en valores es un proceso social. Al no poder cambiar o construir un sistema de valores de una vez y al mismo tiempo, habría que buscar un ambiente de cambio, una condición social de receptividad o “madurez”, sea por crisis, angustia o necesidad, que propicie el inicio de un proceso de cambios. Tal vez el que ahora existe en Venezuela. De los valores habría que jerarquizar un conjunto que se pueden considerar “desencadenantes”, es decir, que su ejercicio reclamará otros valores subsecuentes.

Serán prioritarios aquellos valores relativos a la participación, a la activación de la gente para su propio cambio. A este conjunto, a los valores correspondientes a la participación, cabría agregar: la dignidad, la cooperación, la solidaridad, la diversidad, la cohesión grupal, social. Estos valores se ejercitan en lo que más adelante refiero INTERACCION CONSTRUCTIVA.

5. LAS PRÁCTICAS QUE CONDUCEN A LA CONSTRUCCIÓN DE VALORES SE DAN SIEMPRE A PROPÓSITO DE CONTENIDOS, DE COMPETENCIAS MOSTRADAS EN DESEMPEÑOS.

Así, se forma para la participación en la participación. Participación, la cual debe concebirse en los términos ya propuestos en el foro anterior sobre exclusión–inclusión:

- En la comprensión y decisión sobre las cosas.

- En la producción y creación económica y cultural. En la preservación del patrimonio natural y cultural.

- En el disfrute y el placer que viene de las cosas, de la naturaleza, de toda la sociedad.

6. Un proyecto educativo puede resumirse en lo que me gusta llamar cuatro conceptos–propósitos:

- DIGNIDAD

Atiende a la formación de la persona como asunto prioritario. Entendiendo como formación lograr instalar en la persona un sistema de valores que lo habiliten como sujeto pleno, que se perciba, actúe y sea respetado como tal.

-INTERACCION CONSTRUCTIVA

Es un procedimiento de trabajo, una práctica organizativa y educativa que procura a través de la participación e interacción la construcción de valores ejerciéndolos permanentemente, a la vez que facilita el logro de aprendizajes.

A esta me referiré más extensamente más adelante.

- PERTINENCIA

Se refiere a las características de los problemas, aprendizajes, métodos y procedimientos que se deben priorizar tanto en los diseños curriculares como en los proyectos de aprendizaje o trabajo./p>

Pertinencia por continuidad con lo que la persona o aprendiz ya es y tiene como acervo y experiencia. Se aprende lo nuevo a partir de lo que ya se tiene. Lo que ya se tiene atiende a la propia dignidad y calidad subjetiva de cada cual y desde donde comprenderá y construirá nuevos saberes o aprendizajes, incluso desde donde comprenderá el curso de sus propios cambios. Por ello los proyectos y problemas debe expresarse en el lenguaje y tradiciones que ya tienen los participantes. De allí, buscar cambios, mejoramientos, novedades.

Pertinencia Social que refiere a la utilidad -concebida ésta con la mayor amplitud del término- para el mejoramiento del grupo, la comunidad y la construcción del País.

- COHESION SOCIAL. Es el propósito y sustancia de lo ético. Es, más que la constitución, la preservación de la escuela, el grupo, el vecindario o el País como una comunidad real. La cohesión social marcha pareja, a la preservación de sus mejores tradiciones, a la constitución de valores, símbolos, lenguajes y formas de relación y comunicación que les permita compartir espacios, tiempos, propósitos.

La cohesión requiere normas y métodos de relación que expresen y cultiven valores con los cuales esa cohesión sé da. Y que debe darse en la construcción práctica valores tales como cooperación, colaboración, participación, cultivo de la diversidad que proponemos en sustitución de los valores del autoritarismo, el individualismo, la competencia, la caridad.

Requiere también de símbolos que comuniquen con economía y fuerza los valores, sueños y expectativas del grupo y sus integrantes.

7. LA INTERACCIÓN CONSTRUCTIVA

Los valores autoritarios y directivos perviven tanto en la democracia representativa como en el autoritarismo abierto. En formas organizativas directivas, de arriba hacia abajo, en las que se privilegian las posiciones de poder sus valores, ideas y criterios. El Centralismo Democrático, que fue una extensión de la racionalidad industrial a las organizaciones políticas, iniciado en el Partido Bolchevique y luego generalizado a partidos, gremios y sindicatos de toda índole en todo el mundo, ha sido expresión de esos valores autoritarios y directivos que hay que cambiar.

La Interacción Constructiva, que aquí se propone como “estrategia metodológica” para el trabajo educativo, es extensible como concepto a buena parte de las organizaciones gremiales y comunitarias y que ejercita valores tales como la democracia profunda en términos de participación, dignidad, diversidad, reflexión desde el propio acervo, lectura y escritura como expresión de estados interiores, solidaridad, cooperación.

Es en el ejercicio de una metodología de trabajo y de sus técnicas consiguientes, que requieran el ejercicio y la práctica de esos valores como se logra su establecimiento en las personas y los grupos. Se posibilita la construcción de valores y aprendizajes en un proceso que los pone en práctica, en conjunto y complementariedad.

La Interacción Constructiva supone, por lo menos, cuatro momentos en los procesos de aprendizaje o de cualquier organización para la toma de decisiones. Momentos que reemplazarían, insisto, el escenario y valores tradicionales del autoritarismo, negación de la diversidad, individualismo, no-cooperación... con turnos monopolizados por un expositor, predicador o líder:

- MOMENTO INDIVIDUAL, durante el cual cada persona, cada estudiante reflexiona sin consulta sobre el problema planteado y escribe su reflexión. Desde su propio acervo, tradiciones y experiencia conforma y escribe sus percepciones o proposiciones. Es un momento para el cultivo de la dignidad, de la propia calidad subjetiva, la escritura y la preparación para una siguiente participación.

- MOMENTO GRUPAL. Los participantes o estudiantes se reúnen en grupos de 3 a 10 cuyos integrantes leerán, uno a uno lo que escribieron a partir de sus reflexiones sobre el problema. Luego de haber leído todos, se consultan informaciones, se discute y se redacta un resumen de todo el trabajo del grupo exponiendo ese resumen y todos los recaudos e intervenciones en una tela informativa o soporte que será colocado en lugar apropiado, a la vista y acceso de toda la clase o asistencia.

Este momento es el ejercicio de valores tales como la participación, la dignidad, el reconocimiento de la diversidad de cada participante, la lectura y la escritura la cooperación y trabajo colectivo, la solidaridad con quien tenga inconvenientes. La honestidad al presentar lo que son sus propias reflexiones. Supone coevaluación y la conservación de recaudos y testimonios del curso de actividades preferiblemente convergentes a un proyecto.

- PUESTA EN COMUN. Ante toda la clase o todos los participantes, cada grupo a través de un relator o vocero, expone ante toda la clase o asistentes sus discusiones y, si las hay, conclusiones con relación al problema o aprendizaje planteado. Concluidas las presentaciones grupales se discute en ese ambiente de plenaria, donde todos deben participar nuevamente.

Se refuerzan una vez más los valores de la participación, la colaboración, la cooperación, el cultivo de la diversidad, la búsqueda colectiva del saber, la coevaluación, la preservación y sistematización de la experiencia.

- EVALUACION Y PLANIFICACIÓN. Es el recaudo y reflexión sobre lo hecho en cada jornada, poner en relieve los aciertos y errores y ubicarlos en el curso del proyecto que se ejecute. Es una discusión abierta y honesta que puede llegar a cierres o conclusiones.

De esta discusión y evaluación se debe decidir el próximo paso a dar incorporando las correcciones y rectificaciones necesarias.

En este Momento se practica la reflexión crítica, la cooperación, la previsión del futuro, la sujeción a un proyecto que dota de sentido y organiza las acciones que de otra manera resultarían abstractas o aisladas.