• La fortuna de vivir en este mundo. estamos en un periodo de grandes cambios.
• Lo ético, la eticidad es lo que cohesiona y preserva a un conjunto social
• La ética es la reflexión organizada sobre lo ético.
• Los valores son instancias de fe, son productos de la religiosidad humana
• La religiosidad es una capacidad constitutiva, gracias a la cual dotamos de ánima y fuerza generatriz a nuestras percepciones y creaciones.
• Los valores, constituidos en sistema, están en la base de cada cultura.
• Son indispensables para la vida social, la comunicación, la creación y el sentido de la vida social e individual.
• Así que los valores de diferente índole:
– ESTÉTICO,
– EPISTÉMICO,
– RELIGIOSO,
– ECOLÓGICO,
– ETICO,
Entre otros, convergen a lo ético
Grandes cambios están ocurriendo. Muchos valores habrán de cambiar Un cruce de esquinas ocurre en el mundo. Antes las vidas ajenas, próximas o distantes, llegaban a todas partes y se incrementaban por la imaginación, habituada a los sonidos graves de las oquedades catedralicias y por fantasmas interiores configurados por luces esquivas aprovechadoras de los humos de hogueras y pobres lámparas para acompañar y dar profundidad y presencia a chismes, cantos y otras maneras de recibir esas vidas.
Ahora pareciera que lo lejano es muy próximo y cotidiano pero en realidad, aquellas sombras fantasmas y oquedades siguen existiendo y aprovechando nuestra disposición para la angustia y el imaginario religioso. Fotografías, televisoras, maravillas digitales, tan de detalles y llenuras arman nuevas realidades que acosan con igual fuerza esa potencia fantasmadora. Realidades de otra estirpe pero no de menor o mayor fuerza que las de las catedrales y templos.
Los valores, a fin de cuenta, son los organizadores de las realidades que nos llegan.
Como muy probablemente ocurría por aquellos años del Renacimiento, Europa se conmovía con noticias y profecías de fin de mundo. El gran imperio de la revelación se derrumbaba, se moría sin motivo y cualquier motivo era justo para matar. Las guerras, tan frecuentes eran, que se perdía la noción de su dirección o causa, o del simple nombre del enemigo. Y la aventura se hizo tan frecuente como la razón para condenar al aventurero.
Mirar alrededor con afán de disfrute o con afán de investigador curioso exige, como otras veces, repartir el tiempo entre la proximidad y la distancia: la proximidad para no perder detalle y sentirse en la propia rumba y alimentar la carne; la distancia para ver el contexto y el conjunto y alimentar así los razonamientos y argumentaciones. En ambos casos resulta difícil no sentir muchos ríos en crecida: unos abriendo nuevos cauces otros reclamando sus viejos cauces invadidos.
Se ha descubierto que la guerra atómica, que una vez fue disuasiva para las grandes guerras ahora es un instrumento para la defensa de la diversidad. Es tan, pero tan cruel, que empequeñece a toda guerra y, en eso se apoyan ahora los pequeños y los diversos. Pero es cierto: o se desarman todos o es por la bomba por donde van las cosas.
CHINA, Hecha misteriosa solo tal vez para argumentar irrespetos. Se la recluyo una vez a la cárcel del opio y cualquier cuento fue bueno para crucificar su territorio.
Ahora se asoma por encima de su muralla y su figura se nos confunde entre cordial y amenazadora. No sabemos bien si porque vende de todo o porque todo devora.
Allí esta, erguida e irreversible muy grande para ser ignorada, muy poderosa para ser derrotada, poco conocida para inspirar confianza.
LA INDIA, el mas pequeños de los tres triángulos continentales, mas pequeño que África y sur América, tierra de Sidharta y Brahma, se levanta y reclama espacios tal vez parra seguir diciendo las viejas canciones y rezos que descubrieron siempre la compleja sencillez del ser humano.
PERSIA. Por siglos fueron, el poder y lo culto, el ejemplo, la preservación del saber ancestral. El centro del mundo.
Por siglos se les negó, invadió y repartió. Se ignoro su dignidad y se le hizo guerrear contra sus vecinos.
Ahora allí esta, en profunda convicción de su acervo, - tal vez con lo mejor de su convicción y lo mejor de las armas ajenas - jugando con el diablo, haciéndole espacios en los nichos de sus templos.
Con la nueva fuerza de la impureza, el mestizaje de una cultura no sustantivada, incierta aun en la reunión de sus vertientes pero con el vigor y la fuerza suficiente de sus dioses antiguos, Latinoamérica se sacude, desigual en sus ritmos y partes, en momentos con gran sigilo, en otros lugares con gran aspaviento y alharaca. Se desplaza y, como otras veces había ocurrido, rápidamente aprende de los invadidos, agregándole a los aprendizajes la convicción que regala la necesidad.
Allí estamos sacudidos desde arriba y desde abajo. Con temblor de ramas y flores o con firmeza de troncos y raíces. Pero no por maliciar de los próximos, floridos y exuberantes, debemos olvidar al árbol todo y a todo lo profundo que está ocurriendo.
Argentina, Chile, Paraguay, Brasil, Bolivia, Perú, Venezuela, Cuba.
Y Centroamérica: Sin conciencia del nivel alcanzado por la invasión se la quiso retar y cercar en muros (¡Ay, que la historia de los muros fracasados es mucho mas larga que la de los muros triunfantes!), se la quiso precisar y retroceder. Pero es ya muy tarde, el asunto resultó por la culata y ahora allí están: también muy grandes para ser ignorados, muy poderosos para ser derrotados.
Los aztecas, los mayas, los cultores de Tlaloc saben del costo de su sangre y el aporte de su trabajo. Y no es así por así y por las malas que los van a sacar, que ya lo hizo Cortés con sus manejos, y en lo de Texas con lo del Álamo. Cuentas viejas y pendientes.
Estas cosas están ocurriendo y son para colmar nuestra pasión y hacernos sentir afortunados de poder verlas y vivirlas y, con más pupila y compromiso por lo que es nuestro y lo que somos, hundirnos en esto y tratar de comprenderlo, por que en ello, les juro que nos va la vida.
Todo esto emerge a la par que se agotan las respuestas que la verdad iluminada podría dar, y en alternancia a esa moderna luz, no es otra etapa de la misma verdad occidental la que se abre, no es la confusa negación simple de la llamada postmodernidad o de la consoladora transvanguardia. Es la emergencia de la diversidad. Cierto que no exenta de peligros. Difícil es aceptar el no reino y como corral sin gallo, el mundo se podría precipitar a dos conjuntos de acciones. Uno hacer leña del árbol caído, otro, pelearse por una supremacía relevante. Devorar los despojos del imperio, ya he dicho, no vendrá primero desde fuera: Como muchas veces ha ocurrido, se derrumbará desde adentro, el descoyuntamiento de sus articulaciones por la presencie inevitable de una invasión inevidente. Marea débil, hambrienta, desarmada fue siendo absorbida, como por un papel secante, sin que podamos saber que fuerza mayor ha causado esa migración, si la necesidad de la pobreza para oficios viles y bajos salarios, o si la fuga desde los caminos agotados.
Se construyó así la verdad moderna, que se llamó racional, autónoma, referida a una cierta trascendencia que se llamó “objetiva”. Abriendo unos cursos que separarían para el lenguaje y para los métodos dos rutas, el de la abierta religión y el de la ciencia, que si bien e inevitablemente se cruzaban con mas frecuencia que la deseada en las instituciones que, bajo este amparo, prosperaron (universidades, centros de investigación, bibliotecas) que establecieron rigores que progresivamente se fueron haciendo más y más rígidos, para el otorgamiento de credenciales, patrocinios, reconocimientos, precios y patentes. (Es decir, en la medida en la que los nuevos referentes se fueron armando en sistema, fueron mostrando la inevitable y subyacente religiosidad.
Es común hablar de los valores y su crisis. Uno puede percibir una cierta necesidad de refugio en el lamento que pareciera expresar una sensación de ahogo o naufragio que opta por encomendarse a una instancia no asible, no de este mundo: ¡se han perdido los valores!... ¡hay una falta de valores! Y falta de valores suenan a extravío cuando no a búsqueda o exigencia de un salvador, de una mezcla de refugio con líder. O, en caso un tanto más grave, acusar de perversión total al género humano y postergar la salivación para la otra vida.
Esas sensaciones de hundimiento total parecen ser comunes a todas las culturas, con unos ritmos o ciclos, idas y venidas que relatan bien los grandes libros.
No dejan de estar acompañadas estas depresiones colectivas por lo insurgencia de grandes sanadores. Mesías abonado por las malas noticias con discursos e imágenes de diversa estética, desde las más dulces y suave hasta las más altisonantes y rutilantes en las que las amenazas alternan con puentes y viaductos de necesaria salvación. Son los terrenos inevitables en los que han prosperado Sócrates y Jesús, Buda, Confucio y Moisés.
No sé bien hasta que punto todos estos discursos fueron siempre vestidos de religión y aparecían asociados a la vida, la muerte, la trascendencia y la salvación. Pero al verlos, con el respeto y dedicación que esos grandes discursos merecen, se descubren listas de enunciados que, sin ser de pretensiones abiertamente religiosas, comunican mandatos o referentes de observancia necesaria, cuando no obligatoria, para el buen nacer, vivir y morir, y en cuanto al vivir consideraciones acerca de la belleza, la verdad, la naturaleza, el comportamiento y la virtud.
Es probable que muchos discursos predicativos humanos hayan tratado de separarse de lo religioso o de lo eclesiástico, ahora no tengo noticias de ellos o, mejor, no tengo –creo que nunca lo he tenido– el ánimo de divagar por cursos de erudición. Pero si es claro que el discurso iluminista europeo, posrenacentista, muy animado políticamente por la necesidad que tuvieron sus predicadores de separarse de los poderes reales o papales y de crear una base diferente para sus argumentaciones y acciones, introdujeron con gran inteligencia y no menos valentía, otro lenguaje que, al principio, con cierta timidez y prudencia separaba lo mundano de lo divino. Descartes, Bacon, más tarde otros (Diderot, D' Alambert) se lanzaron por la calle del medio tratando de colocar la verdad por un lado y la religión por otro.
Hay en ejercicio una permanente negociación entre los valores, por una parte, la razón por otra y las circunstancias, por una tercera.
La razón es una función corpórea de preocupación comunicativa. Actúa en el pensar presionándolo a expresarse, por lo que resulta siendo continentadora. Se realiza dotando de forma al pensar que de otra manera resultaría muy difícil de comunicarse. Así, la razón se verifica mejor en los lenguajes formales, naturales o artificiales. Pero también en los gestos y posturas y en otros lenguajes no formales en la medida en la que se hacen convencionales.
La razón negocia con los valores buscándolos como ejecutoria pura para poder nombrarlos y definirlos y le cuesta comprender ese su carácter mestizo y a la vez impuro, nebular, e indiscernible de los otros valores con los que conforma sistema.
Esta condición de la razón tal vez sea la causa de que se le haya confundido con el mismo pensar, ya que de este sólo bien sabemos por sus expresiones, por las formas que de él nos llegan.
Los valores señalan el marco de posibilidad de una acción, lo cual no quiere decir que ese marco no pueda ser transgredido (a fin de cuenta las transgresiones son más frecuentes en la medida de la mayor o menor fuerza de fe, la convicción que se tenga). Pero la circunstancia, como la razón, interviene en la ejecutoria adecuándola a sus posibilidades o demandas inmediatas. La inteligencia moderará al valor haciéndole puentes - negociaciones - con la circunstancia de manera de que el valor siga vigente y no sea violado aun cuando se hagan concesiones de menor peso.
Así, puede que un conjunto social, un grupo, en una cierta circunstancia sea proclive a aceptar una mayor negociación que en otras. El temor real o el temor soliviantado por un líder agitador, puede enardecer el celo por el valor, mayormente como enunciado o bandería, a una condición que con frecuencia se llama fanatismo o fundamentalismo: el valor es interpretado con el rigor de su enunciado. Y la interpretación del enunciado puede atender a intereses no necesariamente coincidentes con el carácter del valor.
La religiosidad es una maravillosa y exclusiva calidad humana. Podría llamarla de otra manera: disposición a sacralizar a construir, que no a encontrar - como pretende Mircea Eliade - hierofanìas. Es la capacidad de dotar o proyectar sobre las cosas o las propias percepciones o creaciones atributos, anima y fuerza generatriz. Anima y fuerza generatriz que se hace autónoma al punto de determinar a su propio constructor prestándole a él cobijo y a sus actos sentido.
Facultad que permite las artes, que transforman simples ruidos en melodías. Rayas y vibraciones en memorias angustiosas. Que permite la emergencia de verdades y que los movimientos y los pensares tomen sentido.
Y es tan así su poder, y está en nuestro ser con tanta fuerza y vigencia, tan en todo que no es distinguible y cuando con gran esfuerzo se le trata de distinguir, de definir, se le reduce vanidosamente a íconos o instancias de espacialidad apropiable, apresable, manejable por las propias y habituales magnitudes. Disposición seguramente ahijada de la angustia que deja el sentir la acción de algo no ubicable o definible.
Desde los maravillosos politeísmos que enlazan peculiaridades grupales o individuales a deidades tan generosas que se permitían negociar con los humanos para amoldarse a sus caprichosas circunstancias o necesidades (estoy pensando en Maria Lionza o en Baco) hasta los mas elaborados monoteísmos que pretendieron reducir esa democrática religiosidad a un monopolio sacerdotal. Vanamente porque la necesidad humana de dialogar con sus creaciones para contextualizar sus maneras y gestos con frecuencia abstractos, siempre terminaba por figurar, con manifestaciones peculiares y sorprendentes, las sustantivaciones de lo sagrado. Así, geometrías, rayos de luz, cortezas tortuosas, pliegues sutiles, armonías y fraseos se cuelan y compiten con grandes monumentos que denuncian la vanidad humana de querer competir desde la pobre voluntad con el poder de lo sagrado, cuando en verdad, tanto lo modesto y sutil como lo ostentoso y apabullante resultan irrelevantes en el momento de concitar la fe necesaria.
Los dioses son necesarios para construir el mundo y también para distinguir y proyectar lo que queremos que sea verdad. Se construye una verdad con valores y, con los mismos valores se termina por falsear esa verdad construida. Se construye una obra bella que terminará por ceder el lugar (por falsearse) ante otra moda de belleza.
Nunca ha sido fácil decirlo y lo más frecuente ha sido un fácil ateismo. Irse a la acera del frente para evitar los escabrosos caminos de pelear con los propios engendros en lenguajes, también, inevitablemente engendrados.
Lo cierto es que a Dios o a los dioses no ha sido necesario inventarlos. Ellos han estado con nosotros desde nosotros mismos y por siempre y, por lo tanto, mueren al uno morir quedándose, a la vez, con los otros en esa su existencia inevitablemente compartida.
Los dioses siempre han estado allí, en cada cosa, porque no hay manera de apropiarnos de las cosas sin la complicidad divina. Es con lo divino como las cosas se nos dan.
La presión por salir de Dios ha venido, más que todo, de parte de los otros dioses, de las otras deidades. Presiones rivales que quieren negar a dios en cuanto que dios sin contemplar – o queriendo ignorar – su propia y similar condición. Tales han sido las mayores guerras y matanzas. Tal ha sido la presión de los dioses positivos, los del argumento y la verdad razonada. Larga pelea: hija en vergüenza de Tomas de Aquino, atrevida en Bacon, en curiosa mezcla político religiosa en el proyecto de los Padres Peregrinos, melindrosa en Descartes, valiente y precisa en Galileo, condescendiente en Kant, y definitivamente ambigua e hipócrita en Occidente. Tal es la guerra santa actual contra el Islam. Vana lucha, vano y costoso afán porque no se puede ir contra Dios sino desde Dios mismo.
Los valores se instalan como instancias de fe. Gracias a los valores compartidos es posible la comunicación, la vida y la cohesión social. Son la pauta de relación, la fuerza que mantiene lo social. De allí su importancia para la educación y la producción de conocimientos
Los valores son estados del cuerpo en los que no se puede distinguir lo “material” de lo “espiritual” según las convenciones (valores) dominantes. Es como tratar de separar la relación (fuerzas) existente entre las partículas subatómicas de las partículas mismas.
En estas instancias de fe se soportan las grandes obras y creaciones de la humanidad. Las grandes obras de la ciencia, el pensamiento, las artes, la religión, la organización social, la relación con la naturaleza.
El poder de las convicciones que llevan a esas grandes obras.
La religiosidad se da en los grandes referentes o valores que así se tornan fideicos. Aun cuando los valores son difíciles de definir y separar, podemos, para la comunicación, mencionar cinco grupos y ofrecer algunos ejemplos que ilustra lo que entendemos por valor:
• éticos,
• estéticos,
• epistémicos,
• ecológicos
• religiosos
Lo ético atiende a la preservación de la cohesión del grupo.
A tal propósito el grupo construye sus valores cuya violación será sancionada
• Odio, en sus manifestaciones legítimas de la enemistad, venganza, castigo, abandono, guerra.
• Amor en ideas o imágenes que se manifiestan como necesidad de otros, amistad, familiaridad, sexualidad y procreación, maternidad, paternidad, hermandad, compañerismo, solidaridad, fidelidad, respeto a la vida, a la integridad y la dignidad.
• Poder, como triunfo, competencia, derecho al dominio, autoridad, segregación, exclusión, violencia, política.
• Territorio, como espacialidad indispensable para la existencia
• Dominio, como negación del otro.
• Caridad, como donación de parte de la propia riqueza. Como vía hacia la salvación o la obtención de prestigio social.
• Cohesión, en sus manifestaciones como, familia, comunidad, ejercito, empresa, institución, vecindad, identidad
• Participación como presencia, delegación, interacción, comunicación.
• Justicia, en sus manifestaciones como equidad, reconocimiento, igualdad, no impunidad, oportunidad.
• La pureza en sus manifestaciones como honestidad, virginidad, transparencia, sangre, piel, origen
• El mercado en sus componentes como precio, valor, trabajo, cambio, mercancía, competencia.
• El dinero como portador inmaterial de la riqueza
• La democracia como ley, pueblo, orden, delegación y representación, participación.
• La propiedad como decisión sobre el destino de persona o cosa
• El individuoocomo quien posee y tiene derechos y deberes
• La libertad como posibilidad de expresión, comunicación, delegación, movimiento. Subordinada al poder.
• Igualdad ante la ley subordinada al poder
Lo estético se refiere a la apariencia, a lo que se nos da, a la forma, al gusto, a las realidades artísticas.
Pero lo que se nos da es cosa mutable que depende no solamente del acervo y disponibilidad constructiva de la persona sino del instrumental que se agrega a ese acervo.
• Belleza, en sus manifestaciones como estímulo o atractivo sexual, grata consecuencia con lo ya gustado, invocación a la protección o a la tenencia o apropiación.
• Fealdad, como adversidad sexual, como contra referente de lo bello. Como inconsecuente, como anuncio del mal.
• Deformidad, como singularidad, como reto o desafío perceptual, como ruptura gustativa.
• Originalidad, como constatación de la inteligencia de los humanos a cuya especie se pertenece.
Nos refieren al conocimiento o lo que aceptamos como verdad. La pretensión inicial de la ciencia occidental, moderna, fue la de encontrar objetividad, niveles de desafección, calidad representativa.
• Sujeto, como la mente (la entidad), como individuo que percibe y conoce algo que está más allá de él.
• Objetividad, como aproximación desafectada a la
• Realidad que existe en sí misma.
• Solución, como punto final de un problema
• Causalidad, como referente fundamental de la investigación, se asume que todo fenómeno tiene una causa la cual hay que desentrañar para poder conocerlo.
• La escrituración de la cultura. Lo escrito y su lógica devienen en criterio de verdad.
• El argumento, como recurso comunicativo, coherente y en uso de un lenguaje adecuado y aceptado por una comunidad de hablantes.
• Evolución, hay un sentido en el origen, en la causa, en los efectos y en lo que sigue. Ese sentido, ese curso de necesidad hay que desentrañarlo. En lo social, es el curso necesario de lo occidental con frecuencia mencionado desarrollo.
• La verdad como lo escrito, como reflejo objetivo de la realidad.
• El tiempo como horario
• El espacio como sitio
• Prueba, que se manifiesta como observación, comprobación, experimentación, falsación, repetibilidad.
• Infinitud, finitud, límite, cantidad, que se manifiesta como definiciones, denominaciones, clasificaciones, conceptos, categorías, características. Las exigencias continentadoras del lenguaje son proyectadas a lo que se percibe, siente o piensa y que se transforma reduce o enriquece llamándolos significados, por lo que se busca en todo limites, linderos.
A diferencia de la religiosidad, los referentes de lo religioso, de lo sagrado reflejan no solamente la religiosidad sino la vocación social humana que se realiza alrededor de cosas o fenómenos no explicados argumentalmente. A partir de ellos se conforman iglesias, religiones o cultos en diferentes grados de formalización y estructuración.
Así aparecen en las religiones occidentales:
• Eternidad, como infinitud, Inmortalidad y trascendencia en la vecindad de Dios
• Omnipotencia y Omnipresencia como atributos de Dios desde las magnitudes humanas.
• Universo, Creación, Naturaleza como el alcance de las obras de Dios
• Revelación, como manifestación escrita de la verdad y la voluntad divina
• Destino como determinación conflictiva con la voluntad.
• Vida y Muerte, como conflicto entre el cuerpo y el alma.
• Reencarnación, como consuelo o premio que compensa el conflicto entre la vida y la muerte
• Fe, como refugio de las dudas y conflictos que plantea el cuerpo y la razón. Autorizadora final de valores o referentes y verdades.
• Espíritu, Alma, como explicación de la condición humana y la presencia divina en ella.
• Infierno y Paraíso como linderos de la voluntad.
• Mundo, como tránsito de tentaciones.
• Dios, como creador, juez, principio y refugio.
• Divinidad, Santidad, como ejercicio humano de la religiosidad.
• Virginidad, como metáfora de la pureza, ámbito adecuado para la visita sagrada.
• Demonio, como objetivación simbólica del mal, referente del límite necesario para la voluntad
• Perdón, pecado, como opciones para el ejercicio de la voluntad.
Lo ecológico como referente indica la conciencia y acción naciente de cierta continuidad entre el mundo natural y la persona humana. Lo que nos da el sentido y condición de nuestra relación o pertenencia a la naturaleza. Si la debemos dominar, si ella nos domina, si somos continuidad con ella. O si somos ella misma en otra calidad.
• Antropocentrismo: El hombre es el criterio mayor de referencia y evaluación.
• Dominio de la Naturaleza: La naturaleza es dominable y el hombre se realiza en ello.
• Economía: Como obtención de los máximos beneficios con los mínimos esfuerzos.
• Tecnocentrismo:La técnica como progreso y el progreso como necesaria evolución.
• Uso ilimitado de recursos: La necesidad es una variable cultural que demanda satisfacciones crecientes.