CONTENIDOS DIGITALES

Autor: Pablo Doberti

Comentarios: Arnaldo Esté


He estado discutiendo el concepto de “digital age” porque suena, al igual que “posmodernidad” a otra etapa de lo mismo. No, simplemente es otro mundo. No se puede comprender este mundo emergente en los términos del otro. Lo digital es un componente desencadenante de este.


Partamos del principio. La industria educativa (editorial sobre todo) no ha dado en la tecla. No hay aún un modelo de contenidos digitales educativos que valga la pena.

¿Por qué? No voy a hacer pisco y sociología organizacional, porque nos desviaríamos, aunque hay muchas razones organizacionales que explican ese fracaso. Me voy a centrar apenas en algunas razones que creo fundamentales.

La industria ha vivido y vive lo digital como una amenaza, no como una oportunidad. Sufre el “suplicio” de que lo digital se impone. Trasnochada, alguna vez sonó que sería una moda pasajera… Pero resulta que no.

La industria educativa sufre lo digital y aunque ya no lo niega, continua lamentándolo. Y así no hay manera de encontrar modelos atractivos.

La industria no quiere que lo digital la atraviese. La industria cree a veces que puede elegir. La industria no sabe coger la ola y volar con ella. Prefiere la tina del opio.

La industria aún piensa desde el papel y en papel. Piensa en formato libro, quiero decir. Sigue creyendo que lo digital llegó, sí, pero que el papel tal vez perdurará algo más y que seguro que el libro será un concepto eterno, que trasciende su soporte. Olvida, ingenua, que el libro nació con su soporte y es muy probable que muera con él*.


*Comentario A.E.: Aunque seguramente pervivan algunos como resabios teatrales.


El problema de la industria es que siente que si muere el libro muere ella. Está aterrada. Y tal vez tenga razón, pero por su propia cristalización, no por lo digital. La industria no entiende que tal vez tenga fortalezas, identidad incluso, más allá del libro. La industria no consigue despegar el concepto contenido del concepto/soporte libro.

Un problema muy parecido al que tiene la prensa escrita, gráfica.

La industria relega al contenido digital, llamado “oferta digital” en su jerga, a complemento o cosmética del contenido libro. Subordina uno al otro. Jerarquiza. Se equivoca.

La industria supone que su fortaleza son sus expertos y lo digital, un proceso en marcha adecuada. Y se equivoca. En más de un sentido, sus expertos son su problema o su barrera. Su condena. Necesita dosificarlos.

La industria no reacciona, y se justifica. Y se consuela, porque es homogénea. Se sindicaliza para no exponerse. Y pagan los alumnos y la escuela. Y pagará la industria cuando –pronto- entre el intruso por la ventana y nos ponga a todos en evidencia. (Varios de nosotros ya lo hemos visto en las noches merodeando…)

No se trata solo de un relevo generacional, pero lo bien que vendría esa renovación. Dónde están los de 30 o de 25 que toman decisiones en la industria educativa? Se entiende por qué no están y se entiende que el hecho de que no estén está trayendo consecuencias. La industria se equivoca. Cree que arriesga cuando se transforma y desconoce que se arriesga porque no se transforma.

Hay que rediseñar el mapa del poder dentro de las organizaciones. Toca empoderar a otros.

Y dentro de la industria, nosotros, Santillana, no somos la excepción; estamos más bien en el eje de la norma. Estamos enfermos de lo mismo. Y está UNOi, que se resiste y resiste. Y a ver…

E incluso las periferias de la industria se equivocan también; hay osmosis. Apple no está comprendiendo lo que está generando. Apple mismo, que habla de transformación, piensa en libro. Habla de iBook, pero sobre todo, piensa en iBook. Cree –ilusa–, por ejemplo, que en lo digital hay páginas*.


*Comentario A.E.: No ha hecho sino tratar de fagocitar lo nuevo.


La prensa hace lo mismo y padece lo mismo. No sabe qué quiere decir contenido* informativo fuera de su formato periódico. No sabe cómo pensárselo.


*Comentario A.E.: Si te fijaste en el escrito que le envié a Antonio, cuestiono la permanencia del término “contenido”.


Hay que girar. Hay que definir un nuevo punto de partida y pensar desde otro lado. Si no llegarán ellos.

Ellos, que somos nosotros. Ellos que podemos ser nosotros.

Nos toca desfasar al contenido del libro y a la interacción de la lectura. Por lo pronto. Nos toca abandonar esa estructura específica de los contenidos que se llama libro y que define rígidamente formatos y modos de interacción y consumo; y más aún, define también secuencias, ritmos, geometrías de la lectura, modelos atencionales, posiciones ergonómicas, ambientes y demás.

Lo digital es una redefinición completa del marco conceptual y cultural de la relación entre las personas y los contenidos y de las personas entre sí a propósito de los contenidos. Este es el punto de partida.

La industria piensa en términos de reciclaje de lo que tenía en lo que viene, de aquel papel en este digital. No hay reciclaje posible. Hay que rehacer. Piensa en reciclaje porque no sabe y porque no quiere pagar la transformación*… Que pague quien deba pagar, pero hay que rehacer.


*Contenido A.E.: Es otra vez la “autopoiesis” de Maturana que infecta a toda institución.


Es la experiencia del contenido la que ha cambiado. El periódico en la web es noticia, pero ya no es periódico. Entre otras razones porque ya no es “periódico” sino “continuo”, por ejemplo. A nosotros nos toca librarnos del libro. Menudo desafío.

Lo digital es la gran oportunidad de repensar la dinámica de los contenidos en el mundo de la web, del 2.0, de la pantalla. ¿Qué quiere decir el sistema solar, o el aparato digestivo, en el mundo digital? ¿Apenas una animación de la infografía? ¡Válgame Dios!

El movimiento esencial, creo, es redefinir nuestra identidad y nuestro valor por fuera del papel y del libro. Debemos reencontrarnos fuera de esos condicionantes y sentirnos fuertes otra vez. Como la prensa escrita, que debe reencontrar su identidad fuera del periódico.

¿Qué nos caracteriza o nos identifica entonces? Esa es la pregunta. Debemos encontrar un punto de seguridad y autoestima para recomenzar el proceso.

Propongo dos premisas*.


*Comentario A.E.: Que son contradictorias entre ellas.


La primera es que nos da identidad un saber que trasciende el libro y el papel, que es el saber pedagógico que estructura los contenidos cuando de un proceso de enseñanza-aprendizaje se trata. Lo debemos llamar secuencias didácticas. Es decir, cuál es la ruta pedagógica que sigue un contenido para ser eficiente en términos de proceso didáctico. Somos expertos en eso.

La segunda es que tenemos la gran oportunidad de ser expertos en nuestro proceso de refundación esencial. Es decir, expertos en no ser expertos para seguir siendo expertos. Expertos en reinventarnos cuando toca, como ahora*.


*Comentario A.E.: No entiendo bien la relación de estas dos premisas. La primera la entiendo como lo que ahora hacemos con los libros, como una transición hacia otra pedagogía. Una negociación con la vieja.


La otra es la otra pedagogía que proponemos y para la cual es necesario se expertos en el cambio.

Lo mismo la prensa, que debería –creo– reencontrarse a partir de su manera de definir la noticia y no de su manera de plasmarla*.


*Comentario A.E.: Cada vez son más listados de noticias que edición de noticias y depende cada vez más de YouTube, suerte de Wiki en videos.


Debajo de nuestros contenidos libro y nuestros nuevos contenidos digitales permanecerá la secuencia didáctica que le da estructura y sentido. Permanecerá invisible para la mirada inexperta, que solo verá novedad, pero evidente para la mirada profesional, que seguirá sintiendo que está en buenas manos.

Y hay más.

Aún dando los pasos que aviso; aún haciendo los procesos que imploro, aún así hay más. Hay más porque lo digital no se acaba allí. No se acaba sólo en acabar con el libro. Lo digital trae otros desafíos, innegociables.

Otros desafíos porque trae Google y trae Wikipedia y mucho más; es decir, trae embutido todo el contenido del mundo, la Babel imaginada, en su solo “click”. Ahí está; masivo e impenetrable -tal vez-, pero ahí está todo. ¿Qué haremos nosotros con eso? ¿Qué rol jugará esa Babel en nuestros diseños?

Imaginemos lo que imaginemos (y claro que debemos imaginar y experimentar también), lo único cierto es que entrará y se quedará. Los contenidos están ahí. Vivos, en movimiento, discutiéndose, actualizándose, contradiciéndose, ahí están. En estado puro, que quiere decir, en estado bueno. Como en Twitter, la noticia, quiero decir.

¿Seguiremos haciendo el juego antiguo de remedar Google con una doble página y 100 fotos? Digo de “remedar” por respeto, pero en rigor debería haber dicho “de matar Google”. ¡Y a ver si creemos que nosotros seremos capaces de matar Google! No solo es imposible, sino además inconveniente.

Wikipedia nos atraviesa y nos apela. Como al matón que se precia de tal, cuando el otro saca su arma él sabe que toca pelear y que cabe tal vez morir, pero no huir.

Porque también existe el 2.0, es decir, existe el wiki y Wikipedia. Existe el que el consumidor de contenidos es también, de una vez, productor de contenidos. Que los bandos se confunden y las experticias se diluyen; que las fronteras se licuan y los híbridos se imponen. El mestizaje es imparable; no hay retorno a la raza pura.

Ya no hay manera de consumir noticias sin intervenirlas. Ya no hay manera de que el contenido solo venga de un lado. Hay hiperdireccionalidad de la producción y el consumo digital de contenidos está impuesto.

¿Cómo entra eso en nosotros o nosotros en eso?

Y más todavía. También hay coproducción, es decir, colaboración, producción colaborativa. Y se barren las autorías y se imponen las integraciones.

Tiemblan no solo las bases conceptuales de la producción de contenidos digitales, sino que tiemblan también las bases éticas y epistemológicas de los fundamentos pedagógicos que subyacen a las propuestas. La verdad están en jaque; el concepto de verdad está en Wikipedia, siendo discutido. El Positivismo acabó. La Encarta murió, aún con la propulsión de Microsoft. El mundo es interactivo. La verdad es producto del cruce social. Como la noticia.

Y los patrones de conducta se mueven también, se envesten y se reinvisten. Se dan vuelta y se reenergizan. Leo y escribo a la vez; recibo y propongo, mientras posteo en Facebook y me pinto el pelo. No me inquieta que la realidad se mueva y la verdad pierda base. Yo –mientras– luzco mis nalgas o gano Wimbledon.

Lo digital nos relanzó y nos redefinió. Quien quiera oír, que oiga. Y el que no…